descargar 494.02 Kb.
|
VI. ReferenciasBeardslee, W. R., & Podorefsky, D. (1988). Resilient adolescents whose parents have serious affective and other psychiatric disorder: the importance of self understanding and relationships. American Journal of Psychiatry, 145, 63 69. Beck, A. T. (1963). Thinking about depression: idiosyncratic content and cognitive Distortions. Archives of General Psychiatry. 9, 324 333. Budman, S. H. & Gutman, A. S. (1988). Theory and practice of brief therapy. New York: The Guilford Press. Frank, E., Kupfer, D .J., Perel, J. M., Comes, C., Jarrett, D. B., Malinger, A. G., Thase, M. E., McEachran, A. B., & Grochocinski, V. J. (1990). Three year outcomes for maintenance therapies of recurrent depression. Archives of General Psychiatry, 47, 1093 1099. Hammen, C. (1992). Depression runs in families: The social context of risk and residence in children of depressed women. New York: Springer Verlag. Keller, M. B., Lavori, P. W., Beardslee, W. R., Wunder, J., & Ryan, N. (1991). Depression in children and adolescents: new data on "undertreatment" and a literature review on the efficacy of available treatments. Journal of Affective Disorders, 21, 163 171. Seligman, M., Abramson, L., Semmel, A., & von Baeyer, C. (1979 Depressive attributional style. Journal of Abnormal Psychology, 88, 242 247. MANUAL DE SEGUIMIENTO Lynn Focht-Birkerts, MSW, LICSW, y colaboradores ________________ Estos materiales no pueden ser copiados o distribuidos sin permiso escrito de William R. Beardslee, M.D. o del Center for Mental Health Services Donna Podorefsky, Ph.D., William R. Beardslee, M.D., y Phyllis Rothberg, MSW, han contribuido sustancialmente al desarrollo de estas ideas y a escribir este manual, siendo el autor principal Lynn Focht-Birkerts, MSW, LICSW © William R. Beardslee MANUAL DE SEGUIMIENTO Guías para el Proyecto de intervención Preventiva I. Estructura generalEl seguimiento es una parte vital de esta intervención preventiva por la simple razón de que, la comprensión y recuperación de experiencias muy estresantes solo puede darse a lo largo de un periodo de tiempo. Un episodio de depresión o manía crea a menudo una serie de disrupciones para la familia, que solo pueden ser reconocidas y aceptadas a lo largo de varios años, y para los niños, a través de varias fases del desarrollo. Además, las estrategias en las que han participado las familias inicialmente, llegan a ser familiares y parte de su repertorio solamente cuando las utilizan a lo largo del tiempo. El protocolo de seguimiento, para el proyecto de investigación inicial, fue diseñado para proporcionar ayuda a las familias, así como para continuar recogiendo datos para nuestra investigación. Por lo tanto fue estructurado para servir como registro, realizado por un terapeuta a intervalos regulares (aproximadamente cada año), así como para realizar evaluaciones para el equipo de investigación y recoger los datos. Pensamos que el seguimiento conducido por el investigador o el clínico, ha sido terapéutico para las familias en nuestro estudio. Hemos intentado extractar y combinar estos protocolos en un conjunto de guías, para utilizar este abordaje de intervención preventiva en diferentes encuadres de salud mental. De esta forma, hemos diseñado nuestro seguimiento en muestras de clase media y en varias muestras contrastadas al hacer el manual. Uno de los mayores beneficios terapéuticos de esta intervención se da, cuando las familias desarrollan la expectativa de que un profesional de la salud mental esta interesado en tomar conciencia de su desarrollo a lo largo del tiempo. El clínico que realiza la post-intervención podría ser parte de un amplio equipo de asesoramiento para el tratamiento de nuevos trastornos afectivos. II. Un seguimiento racional Es parte del planteamiento clínico que el reconocimiento e integración completa de experiencias excepcionalmente difíciles requieren el paso del tiempo –lo más difícil, el largo periodo de latencia necesario para la estabilización antes de que la experiencia adquiera un sentido. Muchos veteranos de la guerra de Vietnam están ahora trabajando su experiencia de la guerra, 30 años después de que han mantenido un periodo de relativa calma en su vida cotidiana. Se puede hacer una analogía con las familias que han experimentado episodios repetidos de trastornos afectivos –necesitan tiempo para comprender como la depresión o la manía de los padres pueden afectar la vida familiar. Nuestra intervención estuvo en principio estructurada para reconocer la necesidad de un periodo de normalización después de la crisis. Por esto, un criterio de selección de las familias voluntarias para nuestro proyecto de investigación fue, que estuvieran recuperadas, al menos parcialmente, de un episodio de depresión mayor o de manía. Hemos descubierto que la ventaja del momento de la intervención después de un episodio de la enfermedad es que, los padres tienen mas energía para centrarse en las necesidades de sus hijos. Además, después de que lo peor de la crisis ha pasado, la mayoría de las familias han experimentado directamente la eficacia del tratamiento; tienen la esperanza de que la enfermedad no será para siempre. En resumen, pueden permitirse bajar la guardia de alguna forma y su necesidad de ocultar defensivamente sus propias emociones para proteger al padre enfermo, decrece gradualmente así como la misma enfermedad. Pueden sentirse libres para reflejar lo que ha sucedido y volver su atención hacia otros miembros de la familia. Mientras que esto puede ser ideal para hablar con familias, después de que un episodio de depresión mayor o de manía ha remitido, otras no han tenido la oportunidad de experimentar la calma después de la tormenta. De hecho, había varias familias que participaron en nuestra intervención que a pesar de haber continuado manejándose con una serie de crisis, continuaban con sus trastornos afectivos. Y a pesar de que las necesidades de las familias en mitad de un episodio o de una crisis son diferentes de las que se han recuperado recientemente, hemos visto, en todos los casos, los abrumadores beneficios de los padres que hablan con sus hijos sobre su enfermedad afectiva. Dado que la intervención preventiva no es un tratamiento a largo plazo, el seguimiento intermitente a largo plazo es un componente vital para ayudar a las familias a construir una historia vital coherente, que incluya sus experiencias con el trastorno afectivo. Las familias son más capaces de reflejar como la enfermedad ha conformado sus vidas en la medida que toman distancia. Es mas, el valor protector de las relaciones familiares para los niños, sobre las consecuencias de experiencias estresantes, ha sido bien documentado aun cuando la enfermedad de los padres ha sido la fuente del malestar (Focht y Beardslee, 2000). Facilitar una reconexión entre los padres y los niños después de una enfermedad de los padres es un factor importante para reforzar la resiliencia en los niños. III. Funciones terapéuticas del seguimiento Las citas estructuradas de un seguimiento periódico proporcionan un lugar para que los padres se centren en las necesidades de sus hijos. La inclusión de citas de seguimiento periódico en la estructura de la intervención proporciona un mensaje claro a los padres de que, la continuidad de la discusión acerca de cómo su enfermedad afecta a sus hijos es una parte esencial del cuidado de la salud familiar. A través de la invitación de hablar sobre la totalidad de la familia, los padres reciben una recomendación implícita para incluir a sus hijos y al otro cónyuge, en las consideraciones sobre las necesidades de tratamiento de su enfermedad afectiva. Además, las familias reciben una oportunidad única para cumplir esta recomendación en la que se les ofrece asistencia profesional para articular y resolver las necesidades de la familia conjuntamente. El seguimiento proporciona una estructura en la que las necesidades de los miembros de la familia son atendidas individualmente y como grupo y las recomendaciones de tratamiento están hechas a la medida de cada situación familiar. La Tabla 1 relaciona las funcionas terapéuticas que un clínico puede proporcionar a los miembros de la familia durante las visitas de seguimiento. Estas estrategias se deberían dar enfatizando y articulando los recursos de la familia. Muchas de ellas se dan en la misma sesión de seguimiento o bien se pueden enfocar solo unas pocas. Sin embargo, las sesiones de seguimiento a menudo suponen una discusión del material psicoeducativo presentado en la intervención familiar previa. A continuación se discute cada una mas ampliamente. En un apéndice de este manual hay un conjunto de preguntas útiles para el seguimiento con familias. Estas preguntas se suelen hacer en la mayoría de las sesiones de seguimiento, con una revisión de lo que ha sucedido en la entrevista anterior y con preguntas sobre lo que ha sucedido en el intervalo. C. TABLA 1 Lista de las funciones de seguimiento
1. revisión del curso de la enfermedad de los padres durante el último año. Se investiga específicamente sobre los posibles efectos en los niños. A menudo, los padres están tan ocupados en detectar las mejorías y empeoramientos de su trastorno, que no pueden percibir los efectos que sus síntomas han podido causar en sus hijos. Al revisar las fluctuaciones de sus síntomas, se ayuda a los padres a pensar si necesitan más o menos tratamiento así como las disrupciones que su enfermedad puede causar en la familia. Se anima a los padres a que estén alertas sobre la forma en que sus hijos pueden haber experimentado sus síntomas, y se invita a sus hijos a hablar aunque no haya aparente e inmediata razón para hacerlo. 2. revisión del desarrollo de los niños durante el último año. Se pregunta sobre las relaciones, intereses y actividades, rendimiento académico y síntomas de depresión o manía. (Ver preguntas específicas subrayadas en las secciones siguientes). 3. Ayudar a las familias a aceptar y manejar las recurrencias de la enfermedad. Muchos padres están alarmados y sorprendidos de descubrir que su enfermedad ha vuelto. A pesar de su comprensión intelectual de que la enfermedad frecuentemente retorna, los padres y las familias se sienten muy trastornados cuando se encuentran a sí mismos en medio de otro episodio. Frecuentemente caen en el implícito de que su enfermedad se ha curado después de experimentar un tratamiento efectivo en un episodio previo. El seguimiento estructurado con un experto en trastornos afectivos ayuda a normalizar esta experiencia perturbadora y a disminuir los sentimientos de culpa que a menudo la acompañan. Aunque muchas familias han hablado de su impacto cuando se han enfrentado ya con otro episodio de manía o depresión, una familia en particular fue devastada por el episodio de recurrencia. Esa madre experimentó un periodo de alrededor de seis meses sin síntomas. Había encontrado una medicación efectiva y un terapeuta individual comprometido; había hablado a su hijo sobre un episodio bastante grave. Había hecho todo bien, y estaba optimista y animada pensando que tenía controlada su enfermedad. Poco tiempo después de dejar su medicación, esta madre hizo un intento de suicidio, experimento el retorno de episodios de abuso, y preciso hospitalización y tratamiento en hospital de día. Inicialmente, el conjunto de la familia se enfrentó al impacto de este inesperado episodio y lucho por mantener la estructura de sus rutinas diarias. Sin embargo, cuando la madre recobro lentamente su equilibrio, ella y su familia fueron más capaces de integrar su nueva comprensión de la naturaleza recurrente de la enfermedad, con la ayuda de su clínico y del equipo de seguimiento. 4. Consultar con los padres la necesidad de tratamientos específicos para sus hijos. Esta es quizá la demanda más común de los padres. La mayoría de las familias de nuestro estudio habían iniciado un contacto con su clínico para discutir su preocupación sobre uno de sus hijos. A veces una breve entrevista telefónica es suficiente para tranquilizar a los padres o para corroborar la necesidad de una evaluación más amplia. Los profesionales pueden entonces reunirse con los padres una vez, para discutir si se precisa un tratamiento y si es así, que tipo de tratamiento. Los clínicos también se han reunido ocasionalmente con el niño solo, para valorar la necesidad de una psicoterapia o de medicación. Por ejemplo, una madre llamó para comprobar si su hija que estaba a punto de entrar en la universidad, una chica con una historia previa de depresión mayor, podía de nuevo necesitar una medicación. Cuando el clínico confirmó que la chica reunía todos los criterios de una depresión mayor, la madre recomendó a su hija reanudar la medicación, lo que la permitió centrarse en su trabajo académico y sobre el proceso de entrada en la universidad. Entonces mantuvo su rendimiento académico y el nivel de altos honores y fue admitida en una universidad académicamente muy rigurosa. Otro tipo de consulta se dio cuando una madre soltera en nuestro estudio, llamo a su clínico varias veces durante un periodo de siete años, para pedir consejo sobre su hijo adolescente. Tenia múltiples factores de riesgo y había seguido varias clases de tratamiento, incluyendo medicación por trastorno por déficit de atención y psicoterapia. Esta mujer necesitó ayuda para solucionar que problemas eran específicos de su hijo y a que se debía el conflicto entre su novio, ella misma y su hijo. La breve consulta con alguien fuera de su familia fue inestimable para esta mujer, quien eventualmente se dio cuenta de que su novio atribuía muchas de sus propias cualidades negativas a su hijo. Se ayudo a otra pareja en proceso de separación a mantener a su hijo al margen de sus disputas. Estos padres siguieron nuestra recomendación de psicoterapia individual para su hija y cooperaron para mantenerla fuera de sus discusiones sobre su conflicto. 5. Consultar con la pareja las dificultades entre ellos asociadas con la enfermedad afectiva. Proporcionar apoyo al cónyuge durante las crisis o recurrencias del trastorno afectivo. En una familia, la madre padecía una depresión severa, no respondía a los antidepresivos ni a psicoterapia intensiva. Como muchos otros con trastornos afectivos, esta mujer tenia también características de trastorno de personalidad. Su marido, con quien había tenido una relación de amor previa, sentía que los síntomas de fatiga e irritabilidad se mostraban únicamente en casa y solamente con él y sus hijos. Este hombre utilizó el apoyo del seguimiento para comprender la conducta de su mujer, en el contexto de un trastorno afectivo grave y para comprender que la carga emocional estaba depositada en él. Se le ayudó para que invitara periódicamente a sus hijos a hablar sobre los síntomas de su madre. En otra familia, ambos padres padecían un trastorno afectivo grave y estrés post traumático. Su matrimonio estuvo a punto de romperse en la intervención inicial. Las citas anuales de seguimiento ayudaron a esta pareja a mantener una atención sobre el bienestar de su hija y proporcionó consejo y apoyo para su terapia individual y de pareja. Las citas de seguimiento también ayudaron a esta pareja a valorar el progreso que habían hecho desde su crisis inicial, y de que se las habían arreglado para salvar su matrimonio, a pesar de los graves problemas que habían vivido. 6. Servir como historiador o recordatorio de los intereses de la familia. Al mantener recuerdos simples del foco primario de una familia durante la visita anual, el terapeuta ayuda a las familias a visualizar su propio progreso a lo largo del tiempo.. Se ayuda a las familias a recordar los intereses de cada año sucesivo y a percibir los patrones de cambio de los esfuerzos y habilidades de la familia. Compartir estos recuerdos con las familias inicia un proceso de reflexión y ayuda a los padres a desarrollar un discurso coherente sobre el curso de su enfermedad (Focht y Beardslee, 1996). Este es un aspecto de la valoración del protocolo de seguimiento que ha sido sorprendentemente útil para las familias. Esto es, cuando los asesores han recordado a los miembros de la familia su lista de intereses del año anterior, los participantes han respondido de forma consistente que este recordatorio es útil. Un padre señaló su impacto cuando recordó que solo un año antes, la familia había estado muy afectada con la hospitalización de su mujer y el posterior tratamiento en hospital de día. Sintió que la familia se había estabilizado de forma significativa desde aquella vez, sin embargo las discusiones sobre este periodo difícil no se habían producido entre los miembros de la familia. Este padre agradeció que se le recordara plantear este asunto con sus hijos, darles permiso para hablar de sus reacciones después de que la crisis se hubo resuelto y cuando se sintieron seguros para reconocer su ira y su desagrado. Otra madre, que se había sentido inicialmente perturbada al descubrir que necesitaría mantener una medicación indefinidamente, se sintió gratificada cuando recordó el progreso que había hecho. Las citas de seguimiento le dieron una oportunidad de recordar años anteriores, cuando había sido incapaz de levantarse de la cama, enfrentada a un trabajo como autónoma, no estructurado y de alguna forma aislada. Ahora, con un trabajo mas relajado, mas estructurado, con un buen manejo de las interacciones sociales, esta mujer había mantenido un humor estable con una dosis relativamente baja de medicación antidepresiva. A través de la revisión del curso de su enfermedad, se ayudo a esta mujer y a su marido a reconocer por si mismos la necesidad de continuar con la medicación e incluso de sentir orgullo de la estabilización que ella había conseguido. 7. Ayudar a construir alianzas y expectativas positivas con los profesionales de salud mental. Ofrecer a las familias un contacto continuo con un clínico de salud mental antes de que se dé una crisis, ayuda a los cónyuges y a los hijos a familiarizarse con el proceso de la psicoterapia y a desestigmatizar la experiencia, de forma que puedan ser menos resistentes para buscar un tratamiento en salud mental, si fuera necesario en el futuro. Esto es especialmente importante en familias con bajos ingresos que pueden tener difícil acceso al sistema de salud mental. En una familia, un hijo adolescente y su madre se sintieron destrozados por la muerte del abuelo materno, tuvieron dos formas diferentes para expresar su tristeza. Durante una reunión entre la madre y su hijo, el clínico apoyó el estilo de duelo del chico, interpretando su estoicismo como lealtad al pensamiento de su abuelo, de “mirar el lado positivo” de las experiencias difíciles. La aceptación de cómo el chico manejaba su perdida, le ayudó a estructurar una actitud mas confiada sobre su rigidez y facilitó el refuerzo para que el chico se implicara en una terapia individual. La vergüenza es una emoción que siempre acompaña a la depresión, y es especialmente prominente en individuos pobres y aislados que no pueden tener acceso a una buena atención de la salud. A menudo acompañando esta acusación implícita a sí mismo hay una desconfianza del sistema sanitario, y especialmente del sistema de salud mental. Tal desconfianza es la norma para muchas comunidades con bajos ingresos, en las que los obstáculos para cuidar bien de la salud son desalentadores, incluso para los que tienen la mejor salud. Por lo tanto, es especialmente importante que estos individuos tengan acceso a un cuidador que sea conocido para ellos, alguien que acepte, que no juzgue y que comprenda las formas en que las múltiples adversidades pueden contribuir a la depresión. Una madre soltera y trabajadora autónoma de nuestro estudio, vivía en una de estas comunidades de bajos ingresos y no tenia seguro medico. Después de ocho o nueve cancelaciones, se estableció una relación entre esta mujer y su clínico, una relación que la ayudó a superar los sentimientos de vergüenza que la habían impedido hablar con su hijo sobre su enfermedad y la permitió tomar medicación antidepresiva. 8. Reforzar y apoyar las cualidades de resiliencia que los miembros de la familia utilizan. Los recordatorios periódicos ayudan a reforzar la utilización del repertorio de habilidades de manejo y recursos de la familia. Una madre que estaba preocupada manejando su grave enfermedad bipolar, se sintió ayudada, simplemente con el señalamiento de que se centrara sobre la necesidad de su hijo para implicarse en actividades fuera de la casa. La tensión en su relación se redujo cuando ella le ayudó a conseguir sus propios intereses y amigos. Se ayudó a otra adolescente a manejar el conflicto progresivo con sus padres, cuando el clínico reforzó la estrategia de “distanciamiento” que había aprendido en Alanon. La reunión de seguimiento ayudó a esta chica a transferir un concepto que había aprendido en un contexto (manejarse con el alcoholismo de su padre) para usarlo en otro (manejarse con la enfermedad bipolar de su madre y la separación de sus padres). 9. Proporcionar psicoeducación sobre la necesidad de que los padres estén en armonía con las necesidades emocionales de sus hijos. Hay una necesidad, en particular, de facilitar una discusión permanente sobre las respuestas emocionales de los niños a la enfermedad de sus padres. Los clínicos deben ayudar a los padres a trabajar activamente una reconexión con sus hijos después de una exacerbación de sus síntomas. Al dar a los hijos permiso para articular su propio malestar, los padres son capaces de reparar las relaciones que se han deteriorado por la ausencia, la irritabilidad o la manía (Focht y Beardslee, 2000). 10. Ampliar la capacidad de los padres para reconocer los riesgos de los hijos y buscar tratamiento adecuado. Los padres atormentados y preocupados por su propia enfermedad pueden necesitar a veces subestimar el malestar de sus hijos. Los clínicos pueden ayudar a reducir estas defensas, en primer lugar, aumentando y reforzando los recursos de los padres. Cuando se refuerza la confianza de un padre, cuando ha reunido un sentido sobre su propia competencia como padre y confía en el juicio benevolente del clínico, esta más capacitado para ser capaz de escuchar información sobre los riesgos de sus hijos. Entonces, en la revisión del curso de la enfermedad de los padres y el desarrollo del niño, el clínico puede, junto con el padre, identificar áreas de malestar del niño y sugerir formas para reducir o aminorar la dificultad. Muchos padres de nuestro estudio sintieron que habían ocultado eficazmente sus síntomas a los hijos. Con la simple sugerencia, a los padres, de que invitaran a sus hijos a expresar sus percepciones sobre como lo estaban haciendo, éstos se animaban a revisar sus ideas directamente con sus hijos. De hecho, los niños pueden percibir correctamente que, sus padres son también vulnerables al ser capaces de escuchar como se sienten realmente. En estos casos, es importante para el clínico estar alerta a las señales de que, los niños pueden no tener permiso para articular sus experiencias, y proporcionarles la oportunidad para hacerlo. Los padres pueden ser capaces de aceptar la idea de que están “demasiado cerca” de sus hijos para abrirse y, quizá, sea necesaria una tercera parte mas objetiva (tal como una terapia individual para el hijo). Esto es especialmente verdad e importante para los adolescentes. 11. Proporcionar un encuadre confidencial y seguro para que los adolescentes hablen sobre la enfermedad de sus padres. En nuestro proyecto, la rutina, las valoraciones anuales, a menudo proporcionan la clase de espacio privado que necesitan los adolescentes para expresar su ira y frustración sobre la enfermedad de sus padres. Las preguntas repetitivas y sinceras de la valoración, enfocadas sobre la experiencia del niño, permiten asumir que algún grado de malestar es una reacción natural a la enfermedad crónica. El proceso de valoración da permiso explicito al adolescente para articular las dificultades de vivir con padre deprimido o bipolar. Las revisiones regulares y esta clase de invitación directa a hablar puede ser de enorme importancia para el adolescente que vive con la ira y la ausencia de sus padres, pero que están atemorizados de que los síntomas de sus padres empeoren con su propio malestar. 12. Reiterar las características relevantes de los riesgos y la resiliencia. Mirar las preguntas específicas subrayadas en la sección siguiente, así como el material psicoeducativo proporcionado en el manual de intervención. 13. Normalizar las tensiones que acompañan la enfermedad afectiva. La depresión es contagiosa. Muchos estudios de investigación (Downey y Coyne, 1990) han documentado el malestar causado a los cónyuges y a los hijos por la depresión o la manía de otros miembros de la familia. El termino “carga conyugal” se ha utilizado para categorizar las variadas reacciones de malestar que los compañeros con un cónyuge deprimido experimentan. Como cualquier otra enfermedad física, la depresión de un padre requerirá que otros miembros de la familia asuman responsabilidades adicionales que el padre enfermo no puede manejar. En el nivel más básico, habrá cuidados adicionales para el hijo y trabajo en la casa para otros miembros de la familia. En un nivel mas personal, las reacciones emocionales tales como la ansiedad, la depresión, la frustración, la ira, el abuso de substancias, el malestar somático, y la culpa son comunes para los que viven con un cónyuge o padre enfermo. Un padre, hablando de sus hijos en una reunión familiar, articulaba este sentimiento de culpa muy elocuentemente, diciendo, “para mí, lo que es duro es que, sé intelectualmente que no es mi culpa, pero todavía lo siento así. Sabe? Por eso tenemos que hablar de esto, porque usted todavía siente que es su culpa”. Además muchos de los niños de nuestro estudio hablaron de su tendencia a reflejar la depresión de sus padres, diciendo cosas como esta, “la casa entera llega a estar mas sombría”, y “había un limite para ser feliz”, con un padre deprimido. De esta forma los cónyuges y los hijos se sienten aliviados cuando escuchan a un profesional de salud mental nombrar y validar estas reacciones como normales. A través de nuestras reuniones anuales de seguimiento, este mismo padre se dio cuenta gradualmente de que él como sus hijos, podía hacer cosas para promover la resiliencia en él mismo. Se dio cuenta de que necesitaba organizarse intereses y amigos fuera de la vida familiar y de esta forma pudo sentirse más capaz de manejar las responsabilidades adicionales que la enfermedad de su mujer precisaba. 14. Proporcionar ayuda y recomendaciones a las familias de comunidades con malestar y bajos ingresos. Tener disponibilidad de un contacto a largo plazo en el sistema de salud mental es especialmente importante para las familias de bajos ingresos o aisladas que no pueden tener adecuados cuidados de salud. La adversidad es la norma en estas comunidades (Podorefsky y Beardslee, 2001) y, quizá también, malestar psicológico y emocional. La necesidad de un profesional en el que puedan confiar y que pueda actuar como guía a través de las complejidades del sistema de salud mental, una persona familiar que pueda realizar este enlace, consejero y consultor, es aun más crítico para las familias de comunidades pobres y con malestar. Los clínicos pueden proporcionar asesoramiento crucial y culturalmente sensible sobre si un tratamiento es necesario y ayudar a las familias a encontrar tratamiento competente y profesional. En una familia de clase trabajadora, los padres utilizaban las visitas anuales de seguimiento con el clínico, para pedir consultas y recomendaciones dentro de los sistemas escolar y de salud mental. Cuando uno de los chicos llegó a estar seriamente deprimido, sus padres no fueron capaces por si mismos de obtener una cita a tiempo con un clínico de salud mental. Lo mejor que el sistema les pudo ofrecer fue una cita un mes mas tarde de su llamada. El clínico del Proyecto de intervención Preventiva fue capaz de abogar con éxito por el chico y consiguió una cita en una semana. Otro niño en la misma familia padecía de una serie de problemas médicos, dificultades de atención y con los impulsos y trastornos del lenguaje. El clínico sugirió a los padres pedir una evaluación para su hijo y les ayudó a solicitar servicios específicos y la intervención de un profesor en la escuela. Estos padres obtuvieron ventajas por ser capaces de llamar al clínico varias veces al año, durante el tiempo que sus hijos estuvieron en edad escolar. Se les ayudo a comprender los problemas y necesidades de sus hijos y a pedir y recibir servicios apropiados. 15. Proporcionar ayuda, apoyo y recomendaciones a familias monoparentales. Además de tratar con las cargas de una enfermedad afectiva, las familias monoparentales se encuentran con la carga adicional de tener un solo progenitor. Estos padres o madres solos deben trabajar a menudo a jornada completa para cubrir las necesidades materiales de sus hijos y simultáneamente, manejar los ocupados programas de sus hijos, así como sus necesidades emocionales. Con todas estas actividades, el aislamiento, la vergüenza y la desesperanza son riesgos particulares en estas familias. Los riesgos de las familias divorciadas y monoparentales son bien conocidos y todavía, porque esto se da en el 50% aproximadamente de las familias hoy, deben ser reconocidos los desafíos del desarrollo que los padres con hijos deben afrontar, como una norma actual, como algo esperado, aunque difícil. Y cuando se afronta una norma cultural, es de mas ayuda ver de que manera la cultura puede responder en términos positivos y activos, que enfatizar los riesgos de los padres que ya están bastante sobrepasados con la evidencia de todas las facetas de su fracaso. Dado que la retirada es uno de los síntomas primarios de la depresión, las familias monoparentales tienen la particular necesidad de tener cerca su sistema de salud. No pueden contar con el contacto diario de otro adulto como otros padres. Por lo tanto, el contacto continuado con un profesional de salud mental conocido a fiable es vital. La mayoría de las madres solas de nuestro estudio afrontaron extraordinarias dificultades para cubrir las necesidades materiales para ellas mismas y sus hijos. A pesar de esto, fueron excepcionalmente resolutivas y tenaces en sus esfuerzos para cuidar de sus hijos de la mejor manera posible. La historia de una madre ilustra la clase de “combate” situación que los padres solos afrontan. Esta mujer, abogada en el sistema de salud mental, fue obligada a dejar su trabajo, debido a no ser beneficiaria de cuidados de salud. Ella necesitaba desesperadamente un seguro medico, para tratar su propia depresión y para su hijo, que había sufrido abusos sexuales de un vecino que le cuidaba mientras ella trabajaba. Ella peleó y eventualmente volvió a su trabajo con seguro, después de haber facilitado su recuperación y la de su hijo de esta experiencia traumática. Otra madre de dos chicos adolescentes necesitaba ayuda para evaluar y manejar la intensa rivalidad fraterna entre sus hijos. Esta madre trabajaba a jornada completa durante el día, asistía a clases durante la noche, y era demasiado tímida y estaba demasiado agotada para buscar otro contacto social distinto al que tenia por sus hijos. A través de nuestras recomendaciones, se la ayudó a mantener su medicación antidepresiva y a reconocer que los dolorosos y recurrentes dolores de estomago de su hijo eran una evidencia del exceso de tensión que había experimentado. 16. Disminuir la culpa y vergüenza de los padres relacionadas con la enfermedad. Esta es una de las más importantes funciones del seguimiento a largo plazo. Cuando los padres están incapacitados por la culpa y la vergüenza, son menos capaces para atender a las necesidades de su cónyuge e hijos. Este ciclo destructivo se puede interrumpir con una estrategia orientada y apoyada por la actitud clínica. Se ayudó a una madre soltera de nuestro estudio a sobreponerse de su persistente vergüenza sobre los sentimientos de suicidio, cuando el clínico la ayudó a reencuadrar su enfermedad como un trastorno biológico, mas que como un rasgo de carácter. Se la ayudó a percibir de varias formas, que había sido una excelente madre a pesar de su grave depresión, y de esta forma se le dio la fuerza para hablar con su hijo de los periodos de depresión, así como a continuar facilitando su crecimiento. 17. Alimentar la esperanza. Una cuestión para un clínico de salud mental hacia las familias con una enfermedad afectiva, debería ser encuadrada en términos de la comunicación de la esperanza. El clínico debe señalar el aumento de los tratamientos eficaces; la eficacia de las estrategias de resiliencia de los niños; y, sobre todo, el poder de los vinculos de los padres con sus hijos. |