Tras el rastro del cocuyo






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fecha de publicación01.09.2015
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TRAS EL RASTRO DEL COCUYO

POESÍA Y PROSA DE

AUGUSTO ZAPATA V.

PINCEL DE HUMEDECIDA LUNA

Pincel de humedecida luna color pañuelo

Izado en el mástil de la noche

Bruma en la cola de los pájaros

Orando su llanto bajo la alfombra.

El tejido del cocuyo en el fondo del cristal

Perfilando rostros y huellas y alientos

Que empinados excavan en el fondo del bordón

El guiño esperanzado de un mar mudo.

El ave de la soledad dando bandazos en los muros.

El horizonte escondido en el sombrero destejido del marino.

Y el sueño buscando bajo la almohada un mensaje.

Sí un mensaje.

Trémula mano sobre la página en blanco.

La cuerda el equilibrio y el abismo

En la cocina de la hilacha

Y el sudor terco de la luna enferma

Sobre un mar de ausencia donde erra un pescador.

Es tarde grita el viento

En la alacena vacía de lo incierto

Y la sombra del pájaro sueño y lluvia

En el compra y venta recateando la luminosidad

De su uña

Recortada hasta la carne por el tiempo.

No es la cumbre del mármol lo que busca el pescador

En el fondo nebuloso del remanso

Es la herida sí es la herida

El agua en el centro del desierto

Olfateado por las fieras de manillas clavadas

En su frente.

Sí tal vez la greda sudorosa las lágrimas del clavel

Y el ojo de la cal

En la fiesta de la aurora

Desentonen en la mano del payaso que cubre su llaga

Con la risa.

Y… no sería el llanto estéril el que está bajo la alfombra

Es la mortandad de pájaros cantores

Inoculados de veneno en el fondo de la copa

Ampolla de cristal gota azul del microscopio.

Barco negrero salido de la bruma.

Dinosaurio de presencia eterna en la hendija

Por donde se espía la esperanza.

Puerto del soslayo.

Sombra con sombrero que se niega a la calle

Seca y dulce del poema.

No es el viento cautivo en la herrumbre de una estatua

Derrumbada.

Es un hombre que en la greda de la angustia

Trata de abrir un portón para mirar el mar.

Un portón sí un portón

O sea un trocito de hilo para cubrir su herida

Que se niega a esconder tras la pauta cantora

Del banquete.

No vistan de falda y piano mudo

La impronta de mis pájaros

Es un grito un atril no numerado por la risa

Una música que es roca dura manos

Que ensillaron la enferma mula que rueda cual recuerdo

En el fondo vacío del abismo.

¿Y la luna de nocturno canto

Sobre la desnuda playa de los besos

Y el campanazo de la piel bajo las lámparas

Jadeantes del crepúsculo?

Sí son caballo que trota silencioso

En la umbría pensativa de la almohada

Cuando un ala de arrancado cuadro

Levita susurros en la línea tensada del poema.

Pero es un asunto que sólo roza los dientes de mi perro

Y no mi vida

Esta está un poco más allá de la mar y del desierto.

Cerca del templo donde el poema brota

De la lágrima la herida y del hombre que avanzando

Exige la dignidad del agua.

+++

¡No me le pise la cola al perro!

Increpó el mendigo.

Y un clavo y una guitarra

Y la mancha de unos cuadros

Arrancados de los ojos.

Y el viento impávido meciendo lejanías.

+++

VENÍAN DEL DESIERTO

Venían del desierto en donde las rosas deshojadas

Por el viento

Y la lluvia raída de azotea

Son escondidas cual secretas cartas

Profundidad avergonzada

De unos párpados heridos.

Él con caminos donde no había ya rastros

De lagos con palomas o violines con destellos en su alma

Azucarada

Era más bien el agua puntual de un maizal

Donde los seres de sombrero oscuro

Mirándose en espejos confiesan su repudio

De basura existencial.

Ella con cicatrices de abismos en sus ojos

Escondidos en la umbría de pestañas

Como un campo de batalla

En donde un maná purpura había lanzado su tibieza

Sobre el pálpito del bastón punta de espacio agudo

Clavado en la rosa cautiva en la tristeza.

Y sus miradas fueron profundidad

De espejo.

Y la línea de sus manos

Fue un tren tal vez el mismo tren

Aullando en el cristal de sus recuerdos.

Y mil lámparas de mar mudas

Ante el arañazo forastero de la greda.

Y los poros abiertos de sus brumas.

Y el incienso fatigado haciendo telarañas

En las crucetas de la aurora.

Y el secreto más secreto entre las hojas del crepúsculo

Y el musgo arcano y la nocturna piedra.

Y las estrías del celaje entre montañas

Pudor besado por el silencio del mástil y el velero.

+++

ENTRE PARTITURAS AMARILLAS

Entre partituras amarillas fatigaba la glorieta

Del silencio el forastero.

¿Y esa canción, esa extraña canción?

Que hizo vibrar la lira de un jardín que creí

Ya no existía.

Extraño acento de compás amalgamado.

Disonancias que se mecen con la sonoridad propia

De los niños.

Y el sol donde es el sí y el la luna bailarina

En el agua desnuda del ocaso.

Y los acordes polícromos en las mejillas inclinadas del rubor.

Y la voluta de la seda ascendiendo al cielo de la alfombra.

Y la tibieza del café palpando el sueño

Entre el latido de dos manos abrazadas.

Y ese estribillo sí ese estribillo

Que tras un cristal de invierno

Canta al ave desnuda de su sueño diluida en

Lejanías.

+++

¿Y eso? ¡Ah! Es mi vida…

¡Ay! sí sí…Perdón… Es mi violín.

+++

¡Que triste canta ese hombre!

Su bordón es caballo humedecido

Hacia la fragua.

¿La fragua? Sí la luz de piedra a los sedientos lobos

Del albor.

+++

ALLÁ DONDE EL SILENCIO NO ES AULLO

Allá donde el silencio no es aúllo.

Lugar en que el plato azul de las balanzas

Es empujado por los niños

Cual una esfera de acero luminoso.

Allá sí

Donde la tijera para cortar la soga al ahorcado

Instintiva brote en cada peldaño de la estatua

Dormida en la mirada.

Donde el mármol y el peldaño sean

Redondez de dado enemigo acérrimo del casino

Que marca las plumas de los pájaros.

Ventanilla oscura del cuchillo clavado en

La espalda de la aurora.

Allá donde el cristal de mar profundo

Haya derrumbado el miedo espantoso del sombrero

Colgado en la lágrima del árbol

Ya sin hojas y sin frutos.

Allá donde el silencio de sillón abullonado

No sea humillación de camarero

En el portón de escarcha gris y mercadeo.

Donde la amarillez del piano los violines y la rosa

No sean un cadalso donde se izan desnudos

Los reos del tiempo y su joroba.

Donde el dolor de ausencia no sea marca candente

De buey en la mirada.

Labrada sociedad jungla de la greda.

Traición a la luz en el templo de lo humano.

Donde el perfume de la ermita que cruza

Montañas mares y ciudades

No pinte rostros malqueridos y extranjeros

En los muros malditos de la cal.

Sí allá te espero llanto mío.

Corazón mío oración mía sangre redentora poesía.

+++

EN LA BARCA DE HILACHAS TE ALEJAS

En la barca de hilachas te alejas

Huyéndole a las llorosas alambradas del sendero

Maná y tinaja de agua dulce

Anhelada por la sed del peregrino

Umbría digna de los lechos.

Huyes aferrado a la ventana del recuerdo

Mirando mecer los sueños en un agua obtusa

Y muy lejana.

Huyes sí huyes

Sin saber que del filo doloroso del vitral

Pende un hombre que empinando su mirada

Espía un sueño que boga y bogará latitudes frías y lluviosas

En un rincón de tu memoria.

+++

LLEVABA UN LIBRO DE HOSTIAS EN LAS MANOS

Llevaba un libro de hostias en las manos de

Sus ojos

Y creía un caballo domado dormía amarrado en sus labios.

¿Quién arrancó la peluca al bailarín

En la sala donde se investiga lo robado

A la decencia?

Oh sombra lacerada tras la cortina del escarnio

No escondas tus sandalias

Un viento fiero canta en la herida de la herida.

Profiere la verdad de tu cuchillo herido.

El vino antiguo metal dorado en la espuela obtusa

De tu voz antigua.

Y una pedrada de abismo y cruz herida

Y una escupa en el umbral de la hostia y las palomas

Y las piedras de la noche dando gritos en los puños

Y…

Una lágrima de hostia.

Y un caballo con miedo arrepentido.

Y una llaga insana en la profundidad del alma.

+++

OH HIJO DE LA NOCHE

¡Oh! hijo de la noche

En la curva redentora de un mar silente

Frente a la montaña de cemento y voz tardía.

Recoge tu aparejo iza la blancura perfumada del pañuelo

Y empieza a tallar tu impronta

Sobre la piedra castigo a los náufragos

Del río.

No se encuentra oro alto relieve

En la fisura gris de acantilado

Más bien tu pañuelo roto llevará la marca

Del payaso en el envés de su tejido.

Pero anda recoge tu aparejo

Tu nocturno rostro tu mordido remo y tu cansancio…

Emprende tu camino.

Tu pájaro rebelde a la totuma en la vergüenza del portón

Y tu mano extendida hacia las nubes

Serán la guía del ave peregrina

Que dando tumbos en los muros

Escribe un poema al infinito

En la profunda dignidad de tu destierro.

Saca el pecho ¡oh! velero de la noche

La lluvia arrecia en el sendero que sangra

Las manillas

Y el hielo subterráneo es aleve

Con la patita quebrada de los pájaros.

No hay nada que excavar entre la bruma

Tal vez un trocito de dril planchado

Un crucifijo interpelando el duro asfalto

Un costalito un cartón para el zapato roto

Y un algodoncito para enjugar las tunas de las rosas

Sombra empedernida con garras angustiadas

En sus ojos.

Sí las rosas también las rosas

Loba que despluma pajaritos en la trampa

Del sol con los ojos extraviados del crepúsculo.

Y más allá la barca la póstuma barca

Olfateando fisuras en las manos que arrugan hojas

Sacras para usarlas en su envés

Sobre el dolor indigno en la agonía.

+++

QUIÉN ENTURBIÓ EL AGUA CLARA

¿Quién enturbió el agua clara

Sembrando cuchillos donde debía haber sembrado

Trigo?

-Fue el mismo trigo lo juro… Fue el mismo trigo.-

¿Y esa lágrima en la patita desgarrada y vulnerable

Pendiendo desnuda del cacho azul de la ignominia?

-Fue el trigo señor fue el trigo

Estoy cansado de cantar mi oración humedecida.

Tal vez fue la noche de la sierpe

Bajo la tibieza blanquísima de las sábanas.-

¿Y no se supone que eran blanquísimas y tibias?

-Fue la lluvia del tiempo señor.-

¿La lluvia del tiempo?

-La casa estaba oscura y tenía mucho muchísimo miedo.

Un perro humillado yacía tras la mesa de los trajes domingueros

Y en esos ojos, esos ojos de perro triste

Dormía también un payaso triste.

Era la noche.-

¿La noche?

-Sí señor la noche lluviosa del alma

Cuando el trigo se hacía invierno

Y lastimaba la patita del perro y la del pájaro.

Cuando en el gemido de la albura se posaba el hierro candente

Del verdugo

Rezando en voz alta los abismos peligrosos del sendero.-

¡Los abismos peligrosos del sendero!

-Sí señor los abismos peligrosos del sendero

Y en esa noche eterna de sombra y aullidos

Al asomarme a los ojos profundos de aquel trigo

Descubrí otro abismo tal vez el más horroroso

De mi vida por donde ascendían y descendían unas sombras

Aferradas a un pasamanos de reloj y escarnio.-

+++

EL CUARTO ABIERTO AL VIENTO

El cuarto abierto al viento era un agua trémula

Estancada en una bruma pensativa.

Un clavo destellaba silencioso

Sobre un libro de poemas

Y tras la ventana una brisa fría hacia girar un sombrero

Hacia el portón de los tahúres.

El payaso iba y venía por un camino de preguntas

Que se perdía en lejanías

Y del fondo de esa agua pensativa

Se adherían hojas y raíces

Fermento de un humus dilatado en un silencio

Sin respuesta.

El rostro en el balanceo del agua en la mirada

Parecía a veces el brillo de un pez prisionero entre bejucos

Otras como el despertar de un sonámbulo que alarmado

Inquiere al vacío azul de sus bolsillos

Para pagar la cuenta de la vida

Impávido destello erguido y punitivo

Frente a la angustia.

Ay y qué hace ese clavo escondido en el suspiro

Del poema.

Y ese cocuyo en la línea curvada del tejido

Empujado del Cristo al costalito y del costalito

A la ventana

Y de la ventana a la barca que exuda imposibles

Amarrada con suspiros al pilote.

Muchas manos muchos codos muchas huellas

Pintan pajaritos en la arena

Arena que el bulloso viento lanza a los ojos abiertos

Del insomnio.

+++

TAL VEZ MAÑANA

El rondó del viento giró y giró

Sobre la fisura por donde huía el ensueño

Del estanque.

Las flores del altar afanado en cubrir

La basurita del vitral tan vulnerable

Perfumaban de azul las primeras sillas

Del concierto.

El flautista elevó su atril de pauta agradecida

En el círculo chasquido de una pluma

Tornada en blasfemia arrancada

De la lumbre.

Era una uñita de puente donde el caminante

Se aferra para no caer al grito

Vacío cuchillo joroba o piedra

Sobre la planchada frente del arrugado invierno.

La palidez de la sombra había escondido

Los números de la lápida.

Y tal vez mañana…

Borboteaba pensativo en el cuarto de herramientas

El hermético acero de un mar

Fisgón del la caída del dado hendija

De un viento mudo y sordo.

El sol había raído su dorado digno

Coloreando la gota crispada de la tela

Manos aferradas al alambre de la plaza insolidaria

Hijas nocturnas de la angustia.

Tal vez mañana…Repetía un estribillo

Mientras un latido de luz silbaba cauto

La danza agradecida del rondó.

+++

SÍ LAS CUADERNAS DEL ENSUEÑO

Sí las cuadernas del ensueño crujían

Cuando en la estación el hombre del costalito

Desenfundó su flauta.

La letra tallada en piedra en la altísima esfera

Del reloj

No acallaba el ruido profundo y misterioso

Del agua subterránea.

¡No no me increpes! Murmuró el hombre

Con el alma encogida proyectada en el vacío.

Mira mi espiga extendida

Como un brazo largo larguísimo

Lanzando al abismo el grito de la noche

En los ojos de los pájaros.

Cuelga al chasquido de las cartas en la mesa

La oración del lago en la verde orilla

Del sendero.

Tal vez no llueva…

Bien sabes la lumbre del templo hace tiempo

Fue apagada por el soplo del casino.

No es hora del rocío rodando por la angustia carnívora

De la greda.

Alimenta las cuadernas cansadas de tu ensueño

Con letras de desierto

No importa que el viento borrándolas atestigüe

En la esquina del oprobio

La lágrima incomprendida exudada por el alma

De tu lira.

Pinta de pájaro tus cartas.

Haz papel pautado de la escama caída de su frente.

Tal vez ese espanto que se sienta en la silla

Del crujido

Sea la roca donde se talla el dedo

En la herida de la aurora.

No importa la hormiguita desnuda a los

Pies del obelisco.

Tampoco la nube avergonzada tras el biombo

Escondiendo la alfombra ruñida del sendero.

Colorea la cal del muro.

Haz sonido la púa del alambre.

Sueña canta ríe

La lluvia no se equivoca al numerar las piedras

Que llevan al jardín.

+++

UN GUANTE BLANCO BLANQUISIMO

Un guante blanco blanquísimo

Sobre la grama abandonada

Y un agua sin destellos sin memoria y sin lágrimas

En la mudez atónita de lo incierto.

Allá en la cripta el eco del rocío

Como el sonido de un agua aleonada

Ya sin rostro sin voz

Lamiendo la levedad de un hilo

En una urdimbre vacía e infinita.

Se escucha el roto sonido de un paraguas

Vano y vasto refugio de la angustia

Un clavo una cuerda un Cristo

Una pesuña una queja y las lágrimas de un ángel

Perdido en la penumbra.

Allá en la cripta

Un reloj de arena y polvo sólo un puñito de arena y polvo

Mínima esfera o tapa o corcho o destello humedecido

Abismo oscuro e inmediato

Donde caen sin vergüenza las lágrimas la risa las pulseras

En la cajita inocente del mentol.

Clamor que se eleva

De la espina de la rosa o de la sombra esculpida

Por la noche incomprendida.

Tarde eterna lluvia eterna

Barquito de papel

Catedral sumergida agua asustada de los ojos

O nada simplemente nada.

Nada como un arpa de sueños arrancados

Como un hilo que no es hilo sino una lágrima

Como un mar en el cansancio cotidiano de los vasos

Donde navega un forastero sí un forastero

En busca de la luna.

+++

EL SILENCIO DE LAS FLORES

El silencio de las flores en la curva del recuerdo.

La luz de amanecer en el vidrio ahumado del por qué.

Y la ausencia como una herida abierta

Donde las flores de la brisa cabecean

Como un bálsamo en el grito doloroso de lo amado.

No es una navaja clavada en la espalda

De pan tibio y miel profunda.

Es el polvo que grita el misterio de las criptas

En la lumbre que levita las cosas cotidianas

En el ay hermoso del ayer.

Es polvo sólo polvo

Polvo que inexorable rueda al abismo mudo

Donde el Cristo el gemido de la rosa

El portón angustiado de las fábricas

Las pulseras y la tarde ondulada y pensativa

En el agua de los sueños

Es una mano que enjuga la lágrima avergonzada

De la cita.

Sí la vergüenza en el fondo de un espejo

Vana batalla en el puntual centro del bullicio

Donde los mercaderes del templo cantan aleluyas

Sobre la dignidad muerta caída de las ollas

Gotera de zinc que horada el alma.

Sí el silencio de las criptas y las lápidas

Tierra buena umbría santa misionera azul

Susurro que hace trizas el dogma

Candente acero sobre el llanto que agoniza.

Los burros del abismo.

Y el agua prohibida alto escaño

Donde habita el dinosaurio.

La flor digna en la mirada hecha cenizas.

El miedo del hilito acerado en la cumbre de las lágrimas.

La pala en el fondo gris del escozor

Y el alma en vilo dando vuelta a las páginas del viento

Eco o polvo de un camino sin memoria en los cristales

De lo eterno.

Canta el agua su verdad en los muros

De la cal.

La mano que nerviosa huyó de los muertos

Acurrucados en el miedo estentóreo de las uñas.

Los ojos que buscaron lunas en los vasos

Vacíos del neón.

Los violines de la fe hechos pedazos por la hilacha

Voz ronca en el mármol de la lumbre

Y el río sonoro e insonoro en las tardes del pálpito

Que nunca llegara a nuestro puerto.

Todo el río todo el mar sus lámparas sus jardines

Las lluvias los besos la angustia

Ahí cual un monumento a lo vano a lo digno

A la navaja azucarada al crimen sin cuchillo

Al llanto a la risa profundidad inmensa del dedal

Y a la catedral sumergidas en la bruma de la

Ausencia y el silencio

Como un reloj de arena que fue y ya no es.

+++

TAL VEZ FUE UN TREN EQUIVOCADO

¡Tal vez fue un tren equivocado!

Sí el tren pintado bajo las letras de un río seco

Con su mano extendida en un portón

Pobremente clavado en la existencia.

Es tarde grita el viento ¡cuidado con la curva!

El estanque de la sed está vacío

Y la luna es pálido destello sobre el neón azul

De las oficinas

Feria de las totumas los costales

Y la llaga pública donde bebe sangre la mosca gris

De la subsistencia.

Es tarde ora el bullicio de las plazas.

Es tarde y el acantilado iluso amenaza en su ignominia.

Es tarde

El sueño es sueño

Y el camino termina en la última hilacha

De la austera lágrima teñida por la noche

De la ausencia.

Ay ese guante estrecho colmado de ladrillo humedecido

Sobre la ceniza de la espiga.

Y esa tenaza mordiendo el ala de los pájaros

En el rincón oscuro de la estación tardía.

Pero... Se escucha el rumor azul de la catedral

Horadando las venas del palacio luminoso

Del ensueño

Nunca es tarde para las aves empinadas

En los muros que sombrea el sol

De atardecer.

¿Qué buscas peregrino bajo el cansado asfalto de estación?

Tal vez una ramita del trigo perdida en la desbandada

De los pájaros en el templo gris del mercadeo.

O…Quizás nada

Tal vez una moneda de agua aferrada al dril

De planchada raya capilla

En donde oran los marinos amantes de la mar.

Barca sin aúllos en un mar salvado de la bruma.

Marinero amante de la mar camisa ancha

Y el pulso de las olas bajo la raíz dorada del poema

Curva de un desierto

Donde pronto llegará la noche.

+++

ESTRÍAS SÓLO ESTRÍAS

Estrías sólo estrías

Palpa en la superficie del cristal.

La uña del relámpago enmudeció su cabello

Con un azogue oscuro de lluvia anochecida.

Es la hora del crujido

En los peldaños del silencio.

La mano de la luz inalcanzable entre las rocas

De la angustia

Y el maná huyendo por las cansadas callejuelas

Del desierto.

Sí ella sabe bien que es una sombra de arena temblorosa

Quien la acompañará al reinado del ingrato bisturí.

El bisturí que rasga el alma de la mano

Aferrada a la llave de la luz

Aunque ésta sólo cante bajo la lluvia

Del recuerdo.

Bisturí visitante inicuo e inesperado

En los perfumados vitrales de la ermita.

Está ahí grita el viento desde su carruaje

Impávido.

Está ahí sí está ahí

Susurra comprensiva la umbría entre la alcoba

Y el crujido y el peldaño y la lluvia

Y la ceguera apretujada en la ventana

Espiando la desnudez de pan y miel.

Hielo que se niega al abismo

Vacío que enmudece

Palpando las sombras del jardín.

Oh dónde la mano tibia

Extendida en la luz profunda del espejo.

Cuándo el agua de la hostia calmando la sed

De esos labios que beben y han bebido eternamente

Su destello.

Tal vez tras el rojo portón de la cirugía

Te espere esa luz que levitando

Abra los ojos al enigma profundo del destino.

+++

COMO UNA VOCIFERANTE MOMIA

Como una vociferante momia en el saloncito

Del cristal.

Sí el niño delante del niño

Tras el niño…A un lado del niño.

Vociferando hilachas huesos

Y perros con huesos

Vapuleados por sus amos… por sus dueños

Pan bañado con lágrimas antiguas

Lágrimas indefensas lágrimas de niño indefenso

Desnudo en el portón del horno

Desnudo en las manos de la miel

Desnudo en la herida de su alma

Desnudo.

Papel filo que rueda por los tobillos



Bolsa de papel rota hasta sus orejas

Como un latido como un latido roto

Como una lágrima temerosa de brotar en la

Profundidad del miedo

Y la angustia.

Bolsa de papel humedecida inservible rota como un alma rota

Pendiendo del gancho de una huella

Huella ingrata entumecida en el rincón

Del tiempo aciago.

Del tiempo muerto desnudez del niño

De la agonía del miedo

De la tenaza dolorosa pan y miel dolorosos

Muy dolorosos

Sobre la palidez del lirio escrita por la bruma

En la blancura azul de su primer cartilla.

+++

ANCHO ESPACIO DE AVE MIGRATORIA

Ya no se asoma por el cristal encendido del velero

Abandonado a la tibieza crepuscular de los claveles.

Su mano no es agua quejumbrosa en la orilla

De los sueños.

Y su canto subterráneo no es espuela púrpura

Que asciende como savia enloquecida

Por el hilo azul de los cometas.

Calla el puerto tardío del pañuelo.

Canta la brisa los hilos reventados en el ala de la avispa

Que inhala perfumes sobre la guitarra de concierto

En el jardín.

El compra venta es compra venta

El muro es muro

Y el carro de cascajo en la pendiente del otoño

Es mano o labios o lejanía sin herida

Increpando los vacíos aciagos del camino.

El zócalo de sol mudo al atardecer se troco en lira

Con huellas de sueño marcados en sus trastes sí

Pero como un hilo leve en el fondo de la copa.

El sol rompió su máscara ante la verdad dorada

De la ermita.

La rosa de la ausencia confesó su lágrima desnuda

Develándola en la profundidad del espejo.

Y en el altar nocturno latido de un mar

Ya sin lobos en su umbral

Se adora el ancho espacio del ave migratoria.

+++

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