descargar 83.35 Kb.
|
TRAS EL RASTRO DEL COCUYO POESÍA Y PROSA DE AUGUSTO ZAPATA V. PINCEL DE HUMEDECIDA LUNA Pincel de humedecida luna color pañuelo Izado en el mástil de la noche Bruma en la cola de los pájaros Orando su llanto bajo la alfombra. El tejido del cocuyo en el fondo del cristal Perfilando rostros y huellas y alientos Que empinados excavan en el fondo del bordón El guiño esperanzado de un mar mudo. El ave de la soledad dando bandazos en los muros. El horizonte escondido en el sombrero destejido del marino. Y el sueño buscando bajo la almohada un mensaje. Sí un mensaje. Trémula mano sobre la página en blanco. La cuerda el equilibrio y el abismo En la cocina de la hilacha Y el sudor terco de la luna enferma Sobre un mar de ausencia donde erra un pescador. Es tarde grita el viento En la alacena vacía de lo incierto Y la sombra del pájaro sueño y lluvia En el compra y venta recateando la luminosidad De su uña Recortada hasta la carne por el tiempo. No es la cumbre del mármol lo que busca el pescador En el fondo nebuloso del remanso Es la herida sí es la herida El agua en el centro del desierto Olfateado por las fieras de manillas clavadas En su frente. Sí tal vez la greda sudorosa las lágrimas del clavel Y el ojo de la cal En la fiesta de la aurora Desentonen en la mano del payaso que cubre su llaga Con la risa. Y… no sería el llanto estéril el que está bajo la alfombra Es la mortandad de pájaros cantores Inoculados de veneno en el fondo de la copa Ampolla de cristal gota azul del microscopio. Barco negrero salido de la bruma. Dinosaurio de presencia eterna en la hendija Por donde se espía la esperanza. Puerto del soslayo. Sombra con sombrero que se niega a la calle Seca y dulce del poema. No es el viento cautivo en la herrumbre de una estatua Derrumbada. Es un hombre que en la greda de la angustia Trata de abrir un portón para mirar el mar. Un portón sí un portón O sea un trocito de hilo para cubrir su herida Que se niega a esconder tras la pauta cantora Del banquete. No vistan de falda y piano mudo La impronta de mis pájaros Es un grito un atril no numerado por la risa Una música que es roca dura manos Que ensillaron la enferma mula que rueda cual recuerdo En el fondo vacío del abismo. ¿Y la luna de nocturno canto Sobre la desnuda playa de los besos Y el campanazo de la piel bajo las lámparas Jadeantes del crepúsculo? Sí son caballo que trota silencioso En la umbría pensativa de la almohada Cuando un ala de arrancado cuadro Levita susurros en la línea tensada del poema. Pero es un asunto que sólo roza los dientes de mi perro Y no mi vida Esta está un poco más allá de la mar y del desierto. Cerca del templo donde el poema brota De la lágrima la herida y del hombre que avanzando Exige la dignidad del agua. +++ ¡No me le pise la cola al perro! Increpó el mendigo. Y un clavo y una guitarra Y la mancha de unos cuadros Arrancados de los ojos. Y el viento impávido meciendo lejanías. +++ VENÍAN DEL DESIERTO Venían del desierto en donde las rosas deshojadas Por el viento Y la lluvia raída de azotea Son escondidas cual secretas cartas Profundidad avergonzada De unos párpados heridos. Él con caminos donde no había ya rastros De lagos con palomas o violines con destellos en su alma Azucarada Era más bien el agua puntual de un maizal Donde los seres de sombrero oscuro Mirándose en espejos confiesan su repudio De basura existencial. Ella con cicatrices de abismos en sus ojos Escondidos en la umbría de pestañas Como un campo de batalla En donde un maná purpura había lanzado su tibieza Sobre el pálpito del bastón punta de espacio agudo Clavado en la rosa cautiva en la tristeza. Y sus miradas fueron profundidad De espejo. Y la línea de sus manos Fue un tren tal vez el mismo tren Aullando en el cristal de sus recuerdos. Y mil lámparas de mar mudas Ante el arañazo forastero de la greda. Y los poros abiertos de sus brumas. Y el incienso fatigado haciendo telarañas En las crucetas de la aurora. Y el secreto más secreto entre las hojas del crepúsculo Y el musgo arcano y la nocturna piedra. Y las estrías del celaje entre montañas Pudor besado por el silencio del mástil y el velero. +++ ENTRE PARTITURAS AMARILLAS Entre partituras amarillas fatigaba la glorieta Del silencio el forastero. ¿Y esa canción, esa extraña canción? Que hizo vibrar la lira de un jardín que creí Ya no existía. Extraño acento de compás amalgamado. Disonancias que se mecen con la sonoridad propia De los niños. Y el sol donde es el sí y el la luna bailarina En el agua desnuda del ocaso. Y los acordes polícromos en las mejillas inclinadas del rubor. Y la voluta de la seda ascendiendo al cielo de la alfombra. Y la tibieza del café palpando el sueño Entre el latido de dos manos abrazadas. Y ese estribillo sí ese estribillo Que tras un cristal de invierno Canta al ave desnuda de su sueño diluida en Lejanías. +++ ¿Y eso? ¡Ah! Es mi vida… ¡Ay! sí sí…Perdón… Es mi violín. +++ ¡Que triste canta ese hombre! Su bordón es caballo humedecido Hacia la fragua. ¿La fragua? Sí la luz de piedra a los sedientos lobos Del albor. +++ ALLÁ DONDE EL SILENCIO NO ES AULLO Allá donde el silencio no es aúllo. Lugar en que el plato azul de las balanzas Es empujado por los niños Cual una esfera de acero luminoso. Allá sí Donde la tijera para cortar la soga al ahorcado Instintiva brote en cada peldaño de la estatua Dormida en la mirada. Donde el mármol y el peldaño sean Redondez de dado enemigo acérrimo del casino Que marca las plumas de los pájaros. Ventanilla oscura del cuchillo clavado en La espalda de la aurora. Allá donde el cristal de mar profundo Haya derrumbado el miedo espantoso del sombrero Colgado en la lágrima del árbol Ya sin hojas y sin frutos. Allá donde el silencio de sillón abullonado No sea humillación de camarero En el portón de escarcha gris y mercadeo. Donde la amarillez del piano los violines y la rosa No sean un cadalso donde se izan desnudos Los reos del tiempo y su joroba. Donde el dolor de ausencia no sea marca candente De buey en la mirada. Labrada sociedad jungla de la greda. Traición a la luz en el templo de lo humano. Donde el perfume de la ermita que cruza Montañas mares y ciudades No pinte rostros malqueridos y extranjeros En los muros malditos de la cal. Sí allá te espero llanto mío. Corazón mío oración mía sangre redentora poesía. +++ EN LA BARCA DE HILACHAS TE ALEJAS En la barca de hilachas te alejas Huyéndole a las llorosas alambradas del sendero Maná y tinaja de agua dulce Anhelada por la sed del peregrino Umbría digna de los lechos. Huyes aferrado a la ventana del recuerdo Mirando mecer los sueños en un agua obtusa Y muy lejana. Huyes sí huyes Sin saber que del filo doloroso del vitral Pende un hombre que empinando su mirada Espía un sueño que boga y bogará latitudes frías y lluviosas En un rincón de tu memoria. +++ LLEVABA UN LIBRO DE HOSTIAS EN LAS MANOS Llevaba un libro de hostias en las manos de Sus ojos Y creía un caballo domado dormía amarrado en sus labios. ¿Quién arrancó la peluca al bailarín En la sala donde se investiga lo robado A la decencia? Oh sombra lacerada tras la cortina del escarnio No escondas tus sandalias Un viento fiero canta en la herida de la herida. Profiere la verdad de tu cuchillo herido. El vino antiguo metal dorado en la espuela obtusa De tu voz antigua. Y una pedrada de abismo y cruz herida Y una escupa en el umbral de la hostia y las palomas Y las piedras de la noche dando gritos en los puños Y… Una lágrima de hostia. Y un caballo con miedo arrepentido. Y una llaga insana en la profundidad del alma. +++ OH HIJO DE LA NOCHE ¡Oh! hijo de la noche En la curva redentora de un mar silente Frente a la montaña de cemento y voz tardía. Recoge tu aparejo iza la blancura perfumada del pañuelo Y empieza a tallar tu impronta Sobre la piedra castigo a los náufragos Del río. No se encuentra oro alto relieve En la fisura gris de acantilado Más bien tu pañuelo roto llevará la marca Del payaso en el envés de su tejido. Pero anda recoge tu aparejo Tu nocturno rostro tu mordido remo y tu cansancio… Emprende tu camino. Tu pájaro rebelde a la totuma en la vergüenza del portón Y tu mano extendida hacia las nubes Serán la guía del ave peregrina Que dando tumbos en los muros Escribe un poema al infinito En la profunda dignidad de tu destierro. Saca el pecho ¡oh! velero de la noche La lluvia arrecia en el sendero que sangra Las manillas Y el hielo subterráneo es aleve Con la patita quebrada de los pájaros. No hay nada que excavar entre la bruma Tal vez un trocito de dril planchado Un crucifijo interpelando el duro asfalto Un costalito un cartón para el zapato roto Y un algodoncito para enjugar las tunas de las rosas Sombra empedernida con garras angustiadas En sus ojos. Sí las rosas también las rosas Loba que despluma pajaritos en la trampa Del sol con los ojos extraviados del crepúsculo. Y más allá la barca la póstuma barca Olfateando fisuras en las manos que arrugan hojas Sacras para usarlas en su envés Sobre el dolor indigno en la agonía. +++ QUIÉN ENTURBIÓ EL AGUA CLARA ¿Quién enturbió el agua clara Sembrando cuchillos donde debía haber sembrado Trigo? -Fue el mismo trigo lo juro… Fue el mismo trigo.- ¿Y esa lágrima en la patita desgarrada y vulnerable Pendiendo desnuda del cacho azul de la ignominia? -Fue el trigo señor fue el trigo Estoy cansado de cantar mi oración humedecida. Tal vez fue la noche de la sierpe Bajo la tibieza blanquísima de las sábanas.- ¿Y no se supone que eran blanquísimas y tibias? -Fue la lluvia del tiempo señor.- ¿La lluvia del tiempo? -La casa estaba oscura y tenía mucho muchísimo miedo. Un perro humillado yacía tras la mesa de los trajes domingueros Y en esos ojos, esos ojos de perro triste Dormía también un payaso triste. Era la noche.- ¿La noche? -Sí señor la noche lluviosa del alma Cuando el trigo se hacía invierno Y lastimaba la patita del perro y la del pájaro. Cuando en el gemido de la albura se posaba el hierro candente Del verdugo Rezando en voz alta los abismos peligrosos del sendero.- ¡Los abismos peligrosos del sendero! -Sí señor los abismos peligrosos del sendero Y en esa noche eterna de sombra y aullidos Al asomarme a los ojos profundos de aquel trigo Descubrí otro abismo tal vez el más horroroso De mi vida por donde ascendían y descendían unas sombras Aferradas a un pasamanos de reloj y escarnio.- +++ EL CUARTO ABIERTO AL VIENTO El cuarto abierto al viento era un agua trémula Estancada en una bruma pensativa. Un clavo destellaba silencioso Sobre un libro de poemas Y tras la ventana una brisa fría hacia girar un sombrero Hacia el portón de los tahúres. El payaso iba y venía por un camino de preguntas Que se perdía en lejanías Y del fondo de esa agua pensativa Se adherían hojas y raíces Fermento de un humus dilatado en un silencio Sin respuesta. El rostro en el balanceo del agua en la mirada Parecía a veces el brillo de un pez prisionero entre bejucos Otras como el despertar de un sonámbulo que alarmado Inquiere al vacío azul de sus bolsillos Para pagar la cuenta de la vida Impávido destello erguido y punitivo Frente a la angustia. Ay y qué hace ese clavo escondido en el suspiro Del poema. Y ese cocuyo en la línea curvada del tejido Empujado del Cristo al costalito y del costalito A la ventana Y de la ventana a la barca que exuda imposibles Amarrada con suspiros al pilote. Muchas manos muchos codos muchas huellas Pintan pajaritos en la arena Arena que el bulloso viento lanza a los ojos abiertos Del insomnio. +++ TAL VEZ MAÑANA El rondó del viento giró y giró Sobre la fisura por donde huía el ensueño Del estanque. Las flores del altar afanado en cubrir La basurita del vitral tan vulnerable Perfumaban de azul las primeras sillas Del concierto. El flautista elevó su atril de pauta agradecida En el círculo chasquido de una pluma Tornada en blasfemia arrancada De la lumbre. Era una uñita de puente donde el caminante Se aferra para no caer al grito Vacío cuchillo joroba o piedra Sobre la planchada frente del arrugado invierno. La palidez de la sombra había escondido Los números de la lápida. Y tal vez mañana… Borboteaba pensativo en el cuarto de herramientas El hermético acero de un mar Fisgón del la caída del dado hendija De un viento mudo y sordo. El sol había raído su dorado digno Coloreando la gota crispada de la tela Manos aferradas al alambre de la plaza insolidaria Hijas nocturnas de la angustia. Tal vez mañana…Repetía un estribillo Mientras un latido de luz silbaba cauto La danza agradecida del rondó. +++ SÍ LAS CUADERNAS DEL ENSUEÑO Sí las cuadernas del ensueño crujían Cuando en la estación el hombre del costalito Desenfundó su flauta. La letra tallada en piedra en la altísima esfera Del reloj No acallaba el ruido profundo y misterioso Del agua subterránea. ¡No no me increpes! Murmuró el hombre Con el alma encogida proyectada en el vacío. Mira mi espiga extendida Como un brazo largo larguísimo Lanzando al abismo el grito de la noche En los ojos de los pájaros. Cuelga al chasquido de las cartas en la mesa La oración del lago en la verde orilla Del sendero. Tal vez no llueva… Bien sabes la lumbre del templo hace tiempo Fue apagada por el soplo del casino. No es hora del rocío rodando por la angustia carnívora De la greda. Alimenta las cuadernas cansadas de tu ensueño Con letras de desierto No importa que el viento borrándolas atestigüe En la esquina del oprobio La lágrima incomprendida exudada por el alma De tu lira. Pinta de pájaro tus cartas. Haz papel pautado de la escama caída de su frente. Tal vez ese espanto que se sienta en la silla Del crujido Sea la roca donde se talla el dedo En la herida de la aurora. No importa la hormiguita desnuda a los Pies del obelisco. Tampoco la nube avergonzada tras el biombo Escondiendo la alfombra ruñida del sendero. Colorea la cal del muro. Haz sonido la púa del alambre. Sueña canta ríe La lluvia no se equivoca al numerar las piedras Que llevan al jardín. +++ UN GUANTE BLANCO BLANQUISIMO Un guante blanco blanquísimo Sobre la grama abandonada Y un agua sin destellos sin memoria y sin lágrimas En la mudez atónita de lo incierto. Allá en la cripta el eco del rocío Como el sonido de un agua aleonada Ya sin rostro sin voz Lamiendo la levedad de un hilo En una urdimbre vacía e infinita. Se escucha el roto sonido de un paraguas Vano y vasto refugio de la angustia Un clavo una cuerda un Cristo Una pesuña una queja y las lágrimas de un ángel Perdido en la penumbra. Allá en la cripta Un reloj de arena y polvo sólo un puñito de arena y polvo Mínima esfera o tapa o corcho o destello humedecido Abismo oscuro e inmediato Donde caen sin vergüenza las lágrimas la risa las pulseras En la cajita inocente del mentol. Clamor que se eleva De la espina de la rosa o de la sombra esculpida Por la noche incomprendida. Tarde eterna lluvia eterna Barquito de papel Catedral sumergida agua asustada de los ojos O nada simplemente nada. Nada como un arpa de sueños arrancados Como un hilo que no es hilo sino una lágrima Como un mar en el cansancio cotidiano de los vasos Donde navega un forastero sí un forastero En busca de la luna. +++ EL SILENCIO DE LAS FLORES El silencio de las flores en la curva del recuerdo. La luz de amanecer en el vidrio ahumado del por qué. Y la ausencia como una herida abierta Donde las flores de la brisa cabecean Como un bálsamo en el grito doloroso de lo amado. No es una navaja clavada en la espalda De pan tibio y miel profunda. Es el polvo que grita el misterio de las criptas En la lumbre que levita las cosas cotidianas En el ay hermoso del ayer. Es polvo sólo polvo Polvo que inexorable rueda al abismo mudo Donde el Cristo el gemido de la rosa El portón angustiado de las fábricas Las pulseras y la tarde ondulada y pensativa En el agua de los sueños Es una mano que enjuga la lágrima avergonzada De la cita. Sí la vergüenza en el fondo de un espejo Vana batalla en el puntual centro del bullicio Donde los mercaderes del templo cantan aleluyas Sobre la dignidad muerta caída de las ollas Gotera de zinc que horada el alma. Sí el silencio de las criptas y las lápidas Tierra buena umbría santa misionera azul Susurro que hace trizas el dogma Candente acero sobre el llanto que agoniza. Los burros del abismo. Y el agua prohibida alto escaño Donde habita el dinosaurio. La flor digna en la mirada hecha cenizas. El miedo del hilito acerado en la cumbre de las lágrimas. La pala en el fondo gris del escozor Y el alma en vilo dando vuelta a las páginas del viento Eco o polvo de un camino sin memoria en los cristales De lo eterno. Canta el agua su verdad en los muros De la cal. La mano que nerviosa huyó de los muertos Acurrucados en el miedo estentóreo de las uñas. Los ojos que buscaron lunas en los vasos Vacíos del neón. Los violines de la fe hechos pedazos por la hilacha Voz ronca en el mármol de la lumbre Y el río sonoro e insonoro en las tardes del pálpito Que nunca llegara a nuestro puerto. Todo el río todo el mar sus lámparas sus jardines Las lluvias los besos la angustia Ahí cual un monumento a lo vano a lo digno A la navaja azucarada al crimen sin cuchillo Al llanto a la risa profundidad inmensa del dedal Y a la catedral sumergidas en la bruma de la Ausencia y el silencio Como un reloj de arena que fue y ya no es. +++ TAL VEZ FUE UN TREN EQUIVOCADO ¡Tal vez fue un tren equivocado! Sí el tren pintado bajo las letras de un río seco Con su mano extendida en un portón Pobremente clavado en la existencia. Es tarde grita el viento ¡cuidado con la curva! El estanque de la sed está vacío Y la luna es pálido destello sobre el neón azul De las oficinas Feria de las totumas los costales Y la llaga pública donde bebe sangre la mosca gris De la subsistencia. Es tarde ora el bullicio de las plazas. Es tarde y el acantilado iluso amenaza en su ignominia. Es tarde El sueño es sueño Y el camino termina en la última hilacha De la austera lágrima teñida por la noche De la ausencia. Ay ese guante estrecho colmado de ladrillo humedecido Sobre la ceniza de la espiga. Y esa tenaza mordiendo el ala de los pájaros En el rincón oscuro de la estación tardía. Pero... Se escucha el rumor azul de la catedral Horadando las venas del palacio luminoso Del ensueño Nunca es tarde para las aves empinadas En los muros que sombrea el sol De atardecer. ¿Qué buscas peregrino bajo el cansado asfalto de estación? Tal vez una ramita del trigo perdida en la desbandada De los pájaros en el templo gris del mercadeo. O…Quizás nada Tal vez una moneda de agua aferrada al dril De planchada raya capilla En donde oran los marinos amantes de la mar. Barca sin aúllos en un mar salvado de la bruma. Marinero amante de la mar camisa ancha Y el pulso de las olas bajo la raíz dorada del poema Curva de un desierto Donde pronto llegará la noche. +++ ESTRÍAS SÓLO ESTRÍAS Estrías sólo estrías Palpa en la superficie del cristal. La uña del relámpago enmudeció su cabello Con un azogue oscuro de lluvia anochecida. Es la hora del crujido En los peldaños del silencio. La mano de la luz inalcanzable entre las rocas De la angustia Y el maná huyendo por las cansadas callejuelas Del desierto. Sí ella sabe bien que es una sombra de arena temblorosa Quien la acompañará al reinado del ingrato bisturí. El bisturí que rasga el alma de la mano Aferrada a la llave de la luz Aunque ésta sólo cante bajo la lluvia Del recuerdo. Bisturí visitante inicuo e inesperado En los perfumados vitrales de la ermita. Está ahí grita el viento desde su carruaje Impávido. Está ahí sí está ahí Susurra comprensiva la umbría entre la alcoba Y el crujido y el peldaño y la lluvia Y la ceguera apretujada en la ventana Espiando la desnudez de pan y miel. Hielo que se niega al abismo Vacío que enmudece Palpando las sombras del jardín. Oh dónde la mano tibia Extendida en la luz profunda del espejo. Cuándo el agua de la hostia calmando la sed De esos labios que beben y han bebido eternamente Su destello. Tal vez tras el rojo portón de la cirugía Te espere esa luz que levitando Abra los ojos al enigma profundo del destino. +++ COMO UNA VOCIFERANTE MOMIA Como una vociferante momia en el saloncito Del cristal. Sí el niño delante del niño Tras el niño…A un lado del niño. Vociferando hilachas huesos Y perros con huesos Vapuleados por sus amos… por sus dueños Pan bañado con lágrimas antiguas Lágrimas indefensas lágrimas de niño indefenso Desnudo en el portón del horno Desnudo en las manos de la miel Desnudo en la herida de su alma Desnudo. Papel filo que rueda por los tobillos Sí Bolsa de papel rota hasta sus orejas Como un latido como un latido roto Como una lágrima temerosa de brotar en la Profundidad del miedo Y la angustia. Bolsa de papel humedecida inservible rota como un alma rota Pendiendo del gancho de una huella Huella ingrata entumecida en el rincón Del tiempo aciago. Del tiempo muerto desnudez del niño De la agonía del miedo De la tenaza dolorosa pan y miel dolorosos Muy dolorosos Sobre la palidez del lirio escrita por la bruma En la blancura azul de su primer cartilla. +++ ANCHO ESPACIO DE AVE MIGRATORIA Ya no se asoma por el cristal encendido del velero Abandonado a la tibieza crepuscular de los claveles. Su mano no es agua quejumbrosa en la orilla De los sueños. Y su canto subterráneo no es espuela púrpura Que asciende como savia enloquecida Por el hilo azul de los cometas. Calla el puerto tardío del pañuelo. Canta la brisa los hilos reventados en el ala de la avispa Que inhala perfumes sobre la guitarra de concierto En el jardín. El compra venta es compra venta El muro es muro Y el carro de cascajo en la pendiente del otoño Es mano o labios o lejanía sin herida Increpando los vacíos aciagos del camino. El zócalo de sol mudo al atardecer se troco en lira Con huellas de sueño marcados en sus trastes sí Pero como un hilo leve en el fondo de la copa. El sol rompió su máscara ante la verdad dorada De la ermita. La rosa de la ausencia confesó su lágrima desnuda Develándola en la profundidad del espejo. Y en el altar nocturno latido de un mar Ya sin lobos en su umbral Se adora el ancho espacio del ave migratoria. +++ |