¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi actitud está perdiendo altura! 9 Cuando nos estrellamos por dentro 10 Cuando nos estrellamos por fuera IV. El cambio de actitud






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título¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi actitud está perdiendo altura! 9 Cuando nos estrellamos por dentro 10 Cuando nos estrellamos por fuera IV. El cambio de actitud
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Aplicación de actitud:

Reconozca la limitación que usted o sus amigos tengan ahora. Con cada ejemplo de limitación haga la pregunta ¿Por qué? Ejemplo: «¿Por qué escojo un lugar de estacionamiento alejado, sin cerciorarme si hay uno más cercano primero?» Haga mentalmente la decisión de ser una «persona no limitada» cada vez que se haga la pregunta ¿Por qué?

Axioma de actitud # 7
Nuestra actitud no es automáticamente buena por el solo hecho de que seamos cristianos


Es digno de notarse que los siete pecados capitales: orgullo, avaricia, lujuria, envidia, ira, glotonería, pereza, no son sino asuntos de actitud, espíritu interior y motivos. Tristemente, muchos cristianos carnales acarrean problemas espirituales internos. Son como el hermano mayor del hijo pródigo, pensando que todo lo hacen bien. Él decidió quedarse en casa con el padre. De ninguna manera iba a malgastar su tiempo inútilmente. Sin embargo, cuando el hermano más joven regresó a casa, algunas de las actitudes erróneas del hermano mayor salieron a la superficie.

Primero, tuvo un sentimiento de importancia propia. El hermano mayor estaba afuera en el campo, haciendo lo que tenía que hacer, pero se enojó cuando comenzó la fiesta en casa. No se enojó porque no le gustaran las fiestas. Sé que le gustaban, porque se quejó a su padre reclamándole que nunca le había dejado tener una.

Le siguió un sentimiento de autocompasión. El hermano mayor dijo: «He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo» (Lucas 15.29, 30).

Casi siempre pasamos por alto el verdadero significado de la historia del hijo pródigo. Olvidamos que no tenemos uno sino dos pródigos. El hermano más joven era culpable de los pecados de la carne, mientras que el hermano mayor era culpable de los pecados del espíritu (actitud). Cuando la parábola termina, es el hermano mayor el que está fuera de la casa del padre.

En Filipenses 2.3–8, Pablo habla de las actitudes que debemos poseer como cristianos:

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.

Pablo menciona cinco cosas sobre la actitud cristiana adecuada:

1. Hacer las cosas por las razones correctas (v. 3).

2. Considerar a los demás como más importantes que uno mismo (v. 3).

3. Mirar el interés de los demás (v. 4).

4. Cristo reconoció su condición de hijo y por eso quería servir a Dios y a los demás.

5. Poseer la actitud de Cristo, que no estaba hambriento de poder (v. 6) sino que se despojó a sí mismo (v. 7), demostró obediencia (v. 8) y cumplió el propósito de Dios (v. 8).

Cuando el énfasis en nuestra manera de vivir no se centra en el versículo 4, buscando nuestros propios intereses personales, somos como el hermano mayor. Alimentamos actitudes de celo, compasión y egoísmo. Los cristianos que no poseen una causa más grande que ellos mismos no son tan felices como los que no conocen a Cristo como Salvador, pero sin embargo tienen un propósito más grande que ellos mismos.

Esta actitud de «hermano mayor» tiene tres posibles resultados, ninguno de los cuales es positivo.

Primero, es posible para nosotros ocupar el lugar y el privilegio de un hijo y al mismo tiempo rehusar las obligaciones de un hermano. Exteriormente, el hermano mayor era correcto, consciente, diligente y responsable, pero su actitud no era la adecuada. Además, una relación equivocada con el hermano produjo una relación tensa con el padre (Lucas 15.28).

Segundo, es posible servir al Padre fielmente y sin embargo no estar en comunión con él. Una relación correcta, debe, por lo general, producir intereses y prioridades similares. Sin embargo, el hermano mayor no tenía idea de por qué el padre debía regocijarse con el regreso de su hijo.

Tercero, es posible ser un heredero de todo lo que nuestro Padre tiene y sin embargo tener menos gozo y libertad que uno que no tiene nada. Los criados estaban más felices que el hijo mayor, comieron, rieron y bailaron, mientras este se quedó afuera reclamando sus derechos.

Una actitud equivocada mantuvo al hermano mayor lejos del deseo del corazón de su padre, del amor de su hermano, y de la alegría de los criados. Las actitudes equivocadas en nuestras vidas bloquearán las bendiciones de Dios y nos harán vivir por debajo del potencial de Dios para nosotros.

Aplicación de actitud:

Cuando nuestra actitud comienza a corroernos como al hermano mayor, debemos recordar dos cosas:

1. Nuestro privilegio: «Hijo, tú siempre estás conmigo» (v. 31).

2. Nuestras posesiones: «Todas mis cosas son tuyas» (v. 31).

Tómese un momento para hacer una lista de todos sus privilegios y posesiones en Cristo. ¡Cuán ricos somos!

Sección II

Construya su actitud

4

Es difícil volar con las águilas cuando se tiene que vivir con los pavos

La última de las libertades humanas es escoger la actitud de uno en cualquier clase de circunstancias.

Victor Frankl
Lo que nos rodea controla nuestro vuelo. Pensar como pavos + hablar como pavos = caminar como pavos. Nos mezclamos rápidamente con el color que nos rodea. Similaridades en el pensamiento, peculiaridades, prioridades, manera de hablar y opiniones son muy comunes en las culturas. Todos conocemos personas casadas que con el paso de los años se parecen más y más entre sí. Muchas veces los miembros de la familia muestran rasgos físicos parecidos.

Un hombre que no había visto a su hermano por años fue a recogerlo en el aeropuerto. Después de un momento de espera, uno de los hermanos cruzó el terminal. Sin vacilación, el otro lo llamó por su nombre y tuvieron una reunión familiar feliz. Cuando le preguntaron cómo reconoció a su hermano, dijo enseguida: «Supe que era mi hermano porque caminaba como mi padre».

Es verdad: Nos ajustamos fácilmente a nuestro medio ambiente. Nuestros hijos, Elizabeth y John Porter, son adoptados. Aunque poseen sus propias identidades, también han llegado a parecerse a sus padres adoptivos. Los que saben que los niños son adoptados, constantemente destacan las similaridades. En efecto, mi madre que vino desde el este para visitarnos, destacó el parecido físico entre Elizabeth y mi esposa Margaret. De pronto exclamó: «¡Olvidé que es adoptada!»

Sin lugar a dudas, el ambiente circundante nos ayuda también a construir nuestras actitudes.

La palabra «elección» se coloca al otro lado de «ambiente», al formar actitudes. Hablando más lógica que emocionalmente, esta palabra nos dice: «Somos libres para escoger nuestras actitudes». Esta lógica se vuelve más convincente en la voz de Victor Frankl, sobreviviente de un campo de concentración Nazi, que dijo: «La última de las libertades humanas es escoger la actitud de uno en cualquier clase de circunstancias dada».

Job, enfermo, desconsolado y golpeado por la pobreza, rehusó escuchar el consejo de su esposa que le dijo: «¡Maldice a Dios y muérete!» Le reprendió diciéndole: «Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2:10). Estos dos puntos de vista sobre cómo se forman las actitudes, levantan la pregunta: «¿Qué viene primero? ¿La condición o la selección?»

La siguiente cartilla nos ayudará a contestar esa pregunta.

¿QUÉ VIENE PRIMERO?
En nuestros primeros años nuestras actitudes están determinadas principalmente por nuestras condiciones. Un bebé no escoge su familia ni su ambiente, pero a medida que crece también crecen sus opciones. Hace poco, dirigía un seminario sobre liderazgo en Columbus, Ohio. Durante todo un día hablé de la importancia de nuestras actitudes y de cómo influyen en nuestras vidas. En uno de los recesos, un hombre me contó la siguiente historia:

Desde que tengo memoria, no recuerdo haber oído un cumplido o un estímulo de parte de mi padre. Su padre había pensado que era un poco afeminado expresar afecto o siquiera aprecio. Mi abuelo era un perfeccionista que trabajaba mucho y esperaba que todos hicieran lo mismo, sin ningún apoyo. Y puesto que no era positivo ni comunicativo había tenido constantes cambios de empleo.

Por causa de mi formación, me ha sido difícil estimular a mi familia. Esta actitud crítica y negativa ha estorbado mi trabajo. Crié cinco hijos y viví ante ellos una vida cristiana. Lamentablemente, es más fácil para ellos ver mi amor hacia Dios que mi amor hacia ellos. Están hambrientos de estímulo y aprecio. Lo trágico es que han recibido la herencia de la mala actitud y ahora veo que están pasándola a mis preciosos nietos.

Nunca antes me he dado tanta cuenta de cómo se «capta una actitud» de las condiciones circundantes. Obviamente, esta actitud equivocada ha pasado a lo largo de cinco generaciones. ¡Ahora es el momento de detenerla! Hoy hice una decisión consciente de cambiar. No sucederá de la noche a la mañana, pero sucederá. No será fácil realizarla pero se realizará.

En esta historia notamos tanto las condiciones que moldean nuestro pensamiento como la decisión de cambiarlo. Ambas cosas desempeñan un importante papel en la formación de nuestra actitud. Ninguna de estas cosas puede, por sí sola, ser responsable de formar nuestra manera de pensar.

Aplicación de actitud:

Haga una lista de aquellas condiciones que hayan tenido influencias positivas y negativas en su vida (por ejemplo, si en una situación particular decidió escoger lo bueno de la circunstancia o ver el asunto con humor).
Condiciones:

Decisión:

Positivo:
Negativo:
Positivo:
Negativo:
5

Verdades fundamentales sobre la construcción de la actitud

Las corrientes de aire de la vida nos sacan de nuestro lugar y tratan de impedirnos alcanzar nuestras metas. Un temporal inesperado puede cambiar nuestra dirección y nuestra estrategia. Debemos ajustar nuestro pensamiento continuamente para que podamos vivir bien.

John Maxwell

Antes de observar cosas específicas que ayudan a crear actitudes, debemos entender algunos principios básicos para la formación de ellas.

1. Los años formativos del niño son los más importantes para inculcarle las actitudes correctas.

Los especialistas infantiles están de acuerdo en que el desarrollo, durante los primeros años, de un modo de pensar positivo, es la principal razón para el éxito futuro del niño. Las actitudes que aceptamos cuando niños son por lo general las que adoptamos cuando adultos. Es difícil que nos desviemos de nuestra preparación inicial. Proverbios 22.6, dice: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él». ¿Por qué? Porque el sentimiento y las actitudes que formamos en los primeros años de vida llegan a ser parte de nosotros. Nos sentimos bien con ellos aunque puedan ser errados. Aun cuando nuestras actitudes nos hagan sentir mal, son difíciles de cambiarlas.

Durante mi último año de la escuela secundaria decidí aprender a jugar golf por mi propia cuenta. Por varios meses jugué incorrectamente pero con entusiasmo. Un día, estando en el campo de golf, un amigo me dijo: «John, tu problema es que te quedas muy cerca de la pelota después que la golpeas». Había desarrollado un efecto que mandaba a la bola con una curvatura por el cielo. Bueno, no habría problema, compensaría mi efecto. Para que aterrice la bola en la calle apunté al bosque que tenía a la izquierda.

Entonces otro día jugué con un excelente golfista. La bola fue derecho y su viraje fue lento. Después de observar algunos de mis tiros de bumeran, me ofreció su ayuda. «¿Qué es lo malo de mi juego?», pregunté. «¡Todo!», contestó.

De esa manera comenzaron las lecciones. Después de varias semanas me di cuenta que es más difícil aprender algo equivocado, luego olvidarlo y volver a aprenderlo, que aprenderlo correctamente desde la primera vez. Lo mismo sucede con nuestras actitudes. Las cosas que sentimos y aceptamos a temprana edad tienden a pegarse tenazmente a nosotros aun cuando conozcamos algo mejor y deseemos cambiar. Las primeras impresiones en nuestras vidas no son solamente impresiones, sino muchas veces grabaciones indelebles.

2. La formación de una actitud nunca cesa

Nuestra actitud se forma de las experiencias y de la manera cómo reaccionamos ante ellas. Por eso, mientras vivimos, estamos formando, cambiando o reforzando actitudes. No hay tal cosa como una actitud inalterable. Somos como la pequeña niña a la que su maestro de Escuela Dominical le preguntó: «¿Quién te hizo?» Ella respondió: «Bueno, Dios me hizo una parte». «¿Qué quieres decir con que Dios te hizo una parte?», preguntó el sorprendido maestro. «Bueno, Dios me hizo un poco, y yo me hice el resto por mí misma».

¡Qué gran verdad! Las actitudes formadas en nuestros primeros años, no permanecen necesariamente iguales a través de los años. Muchas veces los matrimonios pasan a través de «aguas profundas» debido al cambio de la actitud del cónyuge.

Mi papá siempre ha sido una influencia positiva en mi vida. En una ocasión cuando visitaba a mis padres, lo encontré leyendo el libro de Norman Vincent Peale, El poder del pensamiento positivo. Cuando le recordé que ya había leído ese libro anteriormente, me respondió con entusiasmo: «¡Por supuesto! Debo continuar formando mi actitud».

3. Mientras más se desarrolle nuestra actitud sobre el mismo fundamento, más sólida será

El refuerzo de nuestras actitudes fundamentales, sean positivas o negativas, las hace más resistentes. Mi padre comprendió esta verdad al decidirse a leer otra vez sus libros sobre pensamiento positivo. Una de sus prácticas para el desarrollo de su actitud era escribir un pensamiento positivo en una tarjeta de 3 x 5 y leerlo repetidamente durante todo el día. Muchas veces lo he visto sacar la tarjeta durante recesos de quince segundos y leer la frase positiva. He decidido hacer de esto un hábito para mí también. Descubro que mientras más refuerzo mi mente con lectura excelente, más fuerte soy.

4. Muchos constructores (especialistas) ayudan a formar nuestras actitudes en cierto tiempo y lugar

Se necesitan ciertos especialistas en la construcción de una casa para hacer toda la estructura. Su tiempo puede ser mínimo y su contribución pequeña, sin embargo son parte de la construcción de esa casa. De la misma manera, ciertas personas vienen a nuestras vidas en determinados momentos para ayudar a construir o a desbaratar nuestra perspectiva.

Una señora me escribió: «En mi último año de la escuela secundaria, mi profesora de inglés tomó un ensayo que escribí y lo puso en el pizarrón. Luego comenzó a romperlo delante de la clase. Me sentí humillada y tonta. Luego me dijo que no duraría ni un año en la universidad. Nunca he olvidado ese incidente». Una profesora, en un día, afectó una autoimagen para toda la vida.

5. No hay tal cosa como una actitud perfecta
o intachable


En otras palabras, todos tenemos actitudes que necesitan ser remodeladas. Cuando mi amigo Paul me enseñó sobre los aviones, dijo: «El avión no es hecho para no tener equilibrio en el vuelo». Los aviones necesitan constantemente ajuste para volar efectivamente. Sucede igual con nuestras actitudes. Las corrientes de aire de la vida nos sacan de nuestro lugar y tratan de impedirnos alcanzar nuestras metas. Temporales inesperados cambian nuestra dirección y estrategia. Nuestras actitudes necesitan ajuste por cada cambio que viene a nuestras vidas.

Necesitamos ser como la vieja mula de un granjero de Missouri. Un día se cayó en un pozo seco. El granjero que la encontró allí hizo todo cuanto estubo a su alcance para sacarla. Finalmente, viendo que el rescate era imposible, comenzó a enterrarla. Cuando echó en el pozo un carga de tierra de un camión, la tierra comenzó a rellenar el pozo y la mula resoplando comenzó a pisar fuerte. Pronto, la vieja «cara triste» estaba parada sobre toda la tierra, dos pies más arriba que antes. Después de descargar unos cuantos camiones de tierra, la mula llegó triunfalmente al borde del pozo y salió caminando.

Todo el mundo encuentra tormentas y pozos secos en su vida que amenazan con doblegar su actitud. El secreto para una llegada segura es ajustar continuamente su perspectiva.
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