¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi actitud está perdiendo altura! 9 Cuando nos estrellamos por dentro 10 Cuando nos estrellamos por fuera IV. El cambio de actitud






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título¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi actitud está perdiendo altura! 9 Cuando nos estrellamos por dentro 10 Cuando nos estrellamos por fuera IV. El cambio de actitud
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Oportunidad # 4: Aprenda de sus equivocaciones

Esta es la oración de Pacesetters: «Señor, dame el valor para fallar; porque si he fallado, por lo menos he intentado. Amén».

El primer instante en que una idea es concebida es un momento de decisión. Cuando una oportunidad para crecer se abre ante usted, ¿qué es lo que se dice a sí mismo? ¿Atrapará el desafío con emoción y dirá: «¡Puedo ponerlo en práctica!» o reaccionará diciendo: «Eso no es práctico… es muy difícil… no creo que se pueda hacer?» En ese momento usted decide entre el éxito y el fracaso. Usted contribuye a formar un hábito de pensamiento positivo o negativo por lo que se dice a sí mismo. Así que dé a su «mejor» yo una oportunidad de crecer. Forme el hábito de tener una reacción positiva, seguido de una acción positiva. No podemos conseguir que el viento sople como queremos, pero podemos ajustar nuestras velas para que nos lleve a donde queremos ir.

Usted no puede controlar todas las circunstancias. No siempre puede tomar decisiones correctas que produzcan resultados correctos. Pero siempre puede aprender de sus equivocaciones. La siguiente fórmula le ayudará para hacer de sus equivocaciones:

Una fórmula para superar el fracaso

1. Reconozca

¿Cuál es el fracaso? ¿Es permanente? ¿Hay una segunda oportunidad? Complete esta oración señalando la frase correcta:

Una persona es un fracaso cuando:

(a) comete una equivocación;

(b) renuncia;

(c) alguien piensa que lo es.

2. Revise

El fracaso debe ser nuestro maestro, no nuestro sepulturero. El fracaso es demora, no derrota. Es un desvío temporal, no una calle sin salida. Un triunfador es lo suficientemente grande como para reconocer sus equivocaciones, lo suficientemente inteligente como para sacar provecho de ellas y lo suficientemente fuerte para corregirlas. La única diferencia entre el hombre con éxito y el hombre sin éxito, es que este se ha equivocado tres veces entre cinco.

3. Reprima

Tal vez sus propios problemas personales sean los causantes del fracaso. Si es así comience inmediatamente a preocuparse de la autodisciplina. Si usted es el problema, póngase bajo control. Lord Nelson, el famoso héroe naval de Inglaterra sufrió de mareo toda su vida. Sin embargo, el hombre que destruyó la flota de Napoleón no dejó que la enfermedad interfiriera con su carrera. No sólo aprendió a vivir con su debilidad, sino que la conquistó. Muchos de nosotros tenemos nuestros mareos también, y tenemos que vivir con ellos. Para unos pueden ser físicos, para otros sicológicos. Generalmente es una guerra privada que se libra dentro de nosotros. Nadie nos concederá una medalla por ganarla, pero nada puede quitarnos la satisfacción de saber que no nos rendimos.

4. Reajuste

Un eminente cirujano plástico cuenta de un muchacho que perdió su mano a la altura de la muñeca. Cuando le preguntó sobre su impedimento, el muchacho dijo: «No tengo ningún impedimento. Únicamente no tengo la mano derecha». El cirujano continuó conversando y supo que este muchacho era uno de los mejores anotadores del equipo de fútbol de su escuela. No es lo que usted ha perdido, sino lo que usted ha dejado, lo que cuenta.

5. Entre de nuevo

Las equivocaciones señalan el camino al éxito. El que no se equivoca no progresa. Asegúrese de que genera un número razonable de equivocaciones. Esto viene naturalmente, pero algunos tienen tanto miedo del error que hacen sus vidas rígidas con revisiones y contrarevisiones, cambios desalentadores y, al final, están tan apegados a las estructuras que perderán la satisfacción de batear la oportunidad que puede lanzar su vida como un cohete. Por lo tanto, dé un vistazo a su actuación y si llega al final de un año y ve que no ha cometido muchas equivocaciones, pregúntese si ha probado todo lo que debía.

Esta es una manera de decir que aprendemos por nuestras equivocaciones, de manera que le diré algo más. Le diré que no puede aprender sin cometer errores. Una razón por la que algunas personas crecen a través de los cambios, es porque no pueden soportar el fracaso. Aun las mejores personas tienen muchos más fracasos que éxitos. El secreto está en que no dejan que el fracaso les trastorne. Hacen lo mejor que pueden. Dejan que las astillas caigan y luego continúan con el siguiente intento.

En una liga mayor, cualquiera que logre tres o más «hits» en diez carreras a la base, es una superestrella. Es asunto de porcentajes. Y en la vida es igual, cuando le canten los tres un «strike», olvídelo. Si comete algunas equivocaciones, aprenda de ellas y hágalo mejor la próxima vez. Los tres «strike» son parte del juego, no es nada para avergonzarse. ¡Siga jugando!

Oportunidad # 5: Sea receptivo a las experiencias exitosas

Vencer una situación negativa requiere cinco experiencias negativas. Cuando enfrentamos la posibilidad del fracaso, tenemos la tendencia de sentarnos y desesperarnos. El temor es la advertencia natural de que debemos mantenernos ocupados. Lo vencemos al actuar con éxito.

Oí a un orador decir: «Vencemos por la acción». Eso es sólo parcialmente cierto. Las experiencias que son continuamente fallidas, pueden aumentar nuestro deseo de sentarnos fuera del juego en la arena de la vida. La acción que produce confianza y un grado de éxito, nos animará a intentar nuevas acciones.

Aprendí esto cuando jugaba básketbol en la escuela secundaria. Un año, nuestro entrenador tuvo una «brillante» idea que podía ayudarnos a hacer nuestros tiros más eficaces. Reemplazó el aro regular de básketbol con uno más pequeño. Pensó que si podíamos acertar en el más pequeño, no tendríamos problema jugando con el más grande. Miré a mis compañeros de equipo errando los tiros en el más pequeño constantemente. Estaban frustrados. Como era capitán del equipo y el ochenta por ciento de los tiros fueron errados, decidí hablar con mi entrenador con mucha cautela. Mi teoría era opuesta a la suya. Creía que el errar continuamente los tiros al aro más pequeño, crearía una imagen de fracaso que daría como resultado tiros errados en el partido. ¡Exactamente eso fue lo que sucedió! Cuando recuerdo ese incidente me pregunto ¿qué hubiera sucedido si el entrenador hubiera colocado aros más grandes sobre el tablero, durante el entrenamiento?

Nada nos intimida tanto más que la constante exposición al fracaso. Nada nos motiva más que la constante exposición al éxito. Por eso, he descubierto que las personas cambian más rápido si tienen continuamente situaciones en las que pueden tener éxito. Creyendo esto, me propuse enseñar a mi hija Elizabeth cómo golpear una bola con el bate. No quería que dejara de balancear el bate sólo porque hubiera errado, ya que eso le habría dado un sentimiento de fracaso, así que le di las siguientes instrucciones: «Elizabeth, tu responsabilidad es hacer oscilar el bate, es asunto mío golpearlo con la bola cuando la arroje».

Elizabeth, sin temor, comenzó a mover el bate. ¡No tenía nada que perder! Cada vez que oscilaba el bate tenía éxito. Continué errando el bate con la bola cuando la lanzaba. Finalmente, después de muchas «batidas» y de muchos errores, Elizabeth arrojó el bate, me miró con disgusto y dijo: «Papi, ¡sigues sin dar en el bate!»

Póngase en contacto con personas de éxito y con experiencias exitosas. Lea libros que le hagan una mejor persona. Encuentre algo que pueda hacerlo bien, y hágalo muchas veces. Ayude a alguien que necesite sus dones espirituales, a ser una mejor persona. Alimente sus actitudes correctas, y antes de que lo sepa, las malas morirán de hambre. Escriba sus éxitos y repáselos cada vez que le sea posible. Cuente de su crecimiento a los que se interesen en usted y que tienen excelentes actitudes. Felicítese a diario y agradezca a los demás por hacer posible su cambio de actitud.

14

El Dios sobre usted

Si estamos seguros en Cristo, podemos correr cualquier riesgo en la vida. Los que se sienten inseguros nunca se arriesgan al fracaso. En cambio los que se sienten seguros son sinceros y lo reconocen cuando sucede. Buscan ayuda y lo intentan de nuevo. Ellos pueden cambiar.

John Maxwell
«Un extranjero muy distinguido fue de gran ayuda para los colonos americanos durante la Guerra Revolucionaria», dijo el profesor de historia. «¿Puedes darme su nombre, Tommy?»

«Dios», respondió Tommy.

E. Stanley Jones causó gran impresión cuando dijo: «Sólo Dios puede derribarlo a uno». Y continuó explicando: «Nadie, sino Dios tiene raíces en la eternidad. Esta es inamovible ante el fracaso». Para cada apuro del hombre, hay una gracia especial de Dios. En otras palabras: Para cada necesidad particular hay un recurso sobrenatural. Para cada problema determinado hay una respuesta definida. Para cada herida hay una cura. Para cada debilidad hay una fuerza. Para cada confusión hay una guía.

Si entiende esta verdad, su vida será diferente. Jeremías dijo: «¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti» (Jeremías 32.17). Uno de mis versículos favoritos es 2 Crónicas 16.9: «Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él».

Hay varias manera en que Dios muestra su poder en nuestras vidas cuando cambiamos.

Fuerza # 1: La Palabra de Dios

Cuando las verdades de la Biblia penetran a nuestra mente y a nuestro corazón, nuestra actitud mejora. El mundo suyo está lleno de gente que continuamente demuestra que la relación correcta del hombre con Dios crea una mente saludable. Pablo es un ejemplo.

«Me pregunto: ¿por qué», decía un obispo anglicano, «dondequiera que iba el apóstol Pablo causaba una revolución, y dondequiera que yo voy me sirven una taza de te?»

Hoy en día tenemos vidas relativamente fáciles. Pero el apóstol Pablo difícilmente podía ir una ciudad sin que estallara un alboroto. Parecería que Pablo siempre hubiera querido meterse en problemas. Durante su primer viaje misionero fue apedreado y dado por muerto. Durante el segundo enfrentó cargos de trastornar el mundo. Durante toda su vida soportó increíbles penalidades: prisiones, azotes, golpes, naufragios, privaciones, agotamientos. Difícilmente esa sería la «victoriosa vida cristiana» que nosotros visualizamos, ¿no es cierto? Pero a pesar de sus intensas penalidades y sufrimientos, constantemente mantuvo una actitud de agradecimiento y gozo. Lo arrojaron en prisión, y ¿qué hizo? ¿Refunfuñó y se quejó? ¡No! Cantó himnos de gozo a Dios (Hechos 16.25). Lo arrojaron nuevamente, pero animó a otros a «regocijarse en el Señor siempre» (Filipenses 4.4). La actitud predominante de Pablo en cualquier circunstancia era una actitud de gozo. ¿De dónde venía ese gozo?

Tal vez podamos dar una mirada a la vida victoriosa de Pablo leyendo su carta a los Romanos. El capítulo 8 nos da lo que llamo «Fundamentos de fe para una actitud cristiana positiva».

Primer fundamento: «Soy importante»

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó (vv. 28–30).

Mi sentido de importancia aumenta al darme cuenta que soy llamado «conforme a su propósito» (v. 28); predestinado para ser hecho conforme «a la imagen de su Hijo» (v. 29); «llamado[…] justificado[…] glorificado[…]» (v. 30).

Segundo fundamento: «Estoy seguro»

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (vv. 31–39).

Cuando sé que estoy seguro en Él, acepto correr cualquier riesgo en mi vida. Sólo los que se sienten inseguros no aceptan correr el riesgo del fracaso. Los que se sienten seguros son sinceros consigo mismos y reconocen el fracaso, piden ayuda y lo intentan nuevamente. Ellos son los que pueden cambiar.

Las personas me piden ayuda para vencer algunos problemas del pasado. Una persona tenía muchas dificultades por causa de su pasado. Era horrible: un hogar destrozado, suicidio, fracaso en los negocios, problemas mentales y falta de amor. Entonces, en su desesperación, sintió un profundo deseo de vivir una nueva vida y de experimentar la sanidad de la mente y del alma. Le leí el siguiente pasaje bíblico que también le recomiendo a usted:

No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad (Isaías 43.18, 19).

Recuerde las palabras de Jeremías: «¿Hay algo que sea difícil para mí?» La Biblia, no Norman Vincent Peale, dijo primero: «Al que cree todo le es posible». La Palabra de Dios, no Maxwell Maltz (autor de Psycho-Cibernetics [Psicocibernética]), dijo primero: «Todo lo que pidiereis orando creed que lo recibiréis y os vendrá». Las Escrituras, no Robert L. Schuller, dijeron primero: «Todo lo que pidieres en oración, creyendo, lo recibiréis». La Palabra de Dios nos da la fuerza y la guía para cambiar nuestras vidas.

Fuerza # 2: Oración

Muchos destacados hombres de oración de la Biblia fueron efectivos, aunque breves. El Salmo 25.1–10 es una oración corta, sencilla y sincera. Y también poderosa. El Padre Nuestro tiene solamente 57 palabras.

Leí que si un abogado hubiera escrito solamente esta frase del Padre Nuestro: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy», se leería así: «Con los debidos respetos, solicitamos y pedimos que, debido a que es necesario hacer una provisión adecuada, en este día y fecha arriba escritos, para satisfacer las necesidades nutricionales de los peticionarios, y para organizar los métodos de almacenamiento y distribución, como se juzgue conveniente y necesario, así como apropiado para asegurar la recepción por y para dichos peticionarios de tal cantidad de productos (llámese pan) se nos conceda la cantidad suficiente de estos productos».

El Salmo 25 describe a una persona que ha escogido el camino recto, pero ha descubierto que no es fácil andar por él. El camino está bordeado de enemigos que quieren poner al débil en vergüenza. El peregrino está lleno de dudas internas y recuerda sus fracasos pasados. Pero lo que debemos entender aquí es que es muy difícil caminar sin la compañía del Señor.

El salmista, atormentado por adentro y por afuera, se ha detenido un momento en el camino. Sabe que no puede regresar, pero no sabe cómo continuar. Por eso pide que Dios le ayude a seguir sin salirse del buen camino.

Aprendemos cinco cosas de la oración de este hombre en los versículos 1 al 10.
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