¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi actitud está perdiendo altura! 9 Cuando nos estrellamos por dentro 10 Cuando nos estrellamos por fuera IV. El cambio de actitud






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título¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi actitud está perdiendo altura! 9 Cuando nos estrellamos por dentro 10 Cuando nos estrellamos por fuera IV. El cambio de actitud
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La decisión está en usted

Dé un gran paso a la vez. Los estrategas militares enseñan a sus ejércitos a combatir en un frente a la vez. Establezca la actitud que usted quiera tener en esta ocasión.

John Maxwell

Somos los amos o las víctimas de nuestras actitudes. Es un asunto de decisión personal. Lo que ahora somos es el resultado de las decisiones tomadas ayer. Mañana seremos lo que decidamos ahora. Cambiar significa decidir cambiar.

En las tierras del norte de Canadá hay solamente dos estaciones, invierno y Julio. Cuando los caminos comienzan a deshelarse, se vuelven lodosos. Los vehículos que van al campo dejan profundos surcos que se congelan cuando vuelve el clima frío. Para los que entran en esta área primitiva durante los meses de invierno, hay un letrero que dice: «Conductor, por favor escoja cuidadosamente por qué surco maneja, porque no podrá salir de él en las próximas veinte millas».

Por favor, siga cuidadosamente el curso de su cartilla para el cambio de su actitud. «Veinte millas» más adelante se alegrará de haberlo hecho. Sólo usted puede determinar dar los pasos indicados en este capítulo. No son solamente los primeros pasos que se deben dar, sino que son los más importantes. Sin dar estos pasos, será imposible dar los demás.

Decisión # 1: Evalúe sus actitudes actuales

Esto tomará algún tiempo. Si es posible, trate de separarse de sus actitudes. La meta de este ejercicio no es ver «lo malo que es usted», sino «la mala actitud» que le impide ser una persona más realizada. La evaluación le ayuda a hacer cambios importantes solamente cuando identifica el problema.

Cuando ve que los troncos se traban, el talador profesional sube a un árbol alto y localiza un tronco clave, hace que lo eliminen y deja que la corriente haga el resto. El novato se pone a destrabar troncos comenzando en la orilla y los saca todos, incluso el tronco clave. Claro, ambos métodos destraban los troncos, pero el profesional lo hace en menos tiempo y mejor.

Los resultados son la única razón para la actividad. Se ha desarrollado el siguiente proceso de evaluación para ayudarle a buscar las respuestas correctas de la manera más eficiente.

Etapas de evaluación

1. IDENTIFIQUE EL PROBLEMA DE LOS SENTIMIENTOS: ¿Qué actitudes le hacen sentir más negativo respecto a sí mismo? Usualmente, los sentimientos se pueden identificar antes que el problema se aclare. Escríbalos.

2. IDENTIFIQUE EL PROBLEMA DE LA CONDUCTA: ¿Qué actitud le causa la mayoría de los problemas al tratar con los demás? Escríbalos.

3. IDENTIFIQUE EL PROBLEMA DEL PENSAMIENTO: Somos el resultado de nuestros pensamientos. «Como el hombre piensa dentro de sí mismo, así es él». ¿Qué clase de pensamientos controlan de continuo su mente? Aunque este es el paso inicial para corregir problemas de actitud, estos no son tan fáciles de identificar como los primeros dos.

4. CLARIFIQUE EL PENSAMIENTO BÍBLICO: ¿Qué le enseñan las Escrituras acerca de usted como persona, y de sus actitudes? Más adelante, en esta sección, presentaré un punto de vista escritural de las actitudes correctas.

5. ASEGURE EL COMPROMISO: «¿Qué debo cambiar?» se convierte en «Debo cambiar». Recuerde, la decisión de cambiar es la única decisión que se debe hacer, y solamente usted puede hacerla.

6. PLANIFIQUE Y LLEVE A CABO SU DECISIÓN: Este es el proceso que la sección IV le ayuda a cumplir.

Sugerencia: Esta evaluación tomará tiempo. Si tiene un amigo o amiga que lo conozca bien, tal vez debe tomar en cuenta su ayuda.

Decisión # 2: Comprenda que la fe es más fuerte que el temor

La única cosa que garantizará el éxito de una dudosa decisión es la fe, desde el comienzo, en que usted puede hacerlo. Jesús dijo: «De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho» (Mateo 21.21).

Hay una manera bíblica de tratar el temor de manera que un esfuerzo tenga éxito y no esté limitado por él. La primitiva iglesia de los Hechos estaba experimentando un gran crecimiento. Sin embargo, en Hechos 4, los cristianos se enfrentaron con una tenaz oposición. Les ordenaron dejar de testificar o sufrirían severas consecuencias. Todos se retiraron a orar. Los versículos 29 al 31 registran un proceso que llevaron a cabo para tratar con su temor. Cuando tenga que enfrentarse con actitudes cambiantes, esta fórmula para contrarrestar el temor le será de mucha ayuda.

Fórmula de cuatro pasos para tratar el temor

1. Entienda que Dios ve sus problemas

Y ahora, Señor, mira sus amenazas (v. 29a).

Estos, que habían encontrado dificultades, querían tener la seguridad de que Dios había visto su persecución. Cuando las cosas van bien, no necesitamos la seguridad constante de que Dios está con nosotros. Pero durante la batalla (y usted tendrá batallas), hay una fuerte necesidad de seguridad. Las buenas noticias son que Dios mismo ha dicho: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13.5).

2. Pida una llenura de confianza y amor, lo cual es más grande que el temor

«Concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra» (v. 29).

Este era un pedido de más cosas positivas para llenar sus corazones y mentes. Se dieron cuenta que una manera efectiva de experimentar menos temor, era tener más valor. No es realista pensar que todas las aprensiones, preguntas e intimidaciones huirán y nunca nos acecharán otra vez. Por lo general todo lo positivo y lo negativo obra en nuestras vidas al mismo tiempo. ¿Cuál es el secreto para vencer? Tener emociones positivas y buscar refuerzos positivos que sean más fuertes que los negativos.

3. Crea que Dios está obrando un milagro en su vida

«Mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús» (v. 30).

Hubo una oración para que Dios intercediera a su favor con milagros. Se dieron cuenta que lo que tenía que ser hecho requeriría sus esfuerzos más los de Dios. Note que primero pidieron fuerza, y luego que Dios hiciera la diferencia.

Esto puede suceder en su vida. Ponga los cambios que busca en su actitud, pensamiento y conducta, al comienzo de su lista de oración. Pídale a Dios que le ayude a hacer lo posible para producir un cambio efectivo. Luego, pídale hacer por usted, lo que usted no puede hacer por sí mismo.

4. Sea lleno del Espíritu Santo

«Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la Palabra de Dios» (v. 31).

Hay una relación definida entre la llenura del Espíritu Santo y el denuedo. Más adelante, en esta sección, se dará mayor énfasis en la necesidad de una vida llena del Espíritu Santo.

Conozco a muchas personas que usan esta fórmula de cuatro pasos para tratar con el temor en los asuntos diarios de la vida. Esto les guarda y les imparte fuerza. Pongan en práctica esta fórmula cuando el temor estorbe su progreso.

Usted está preparado para dar un gran paso. No vacile ni tema. No puede cruzar un precipicio dando dos pequeños saltos. El futuro vale el riesgo. Mañana mirará los cambios efectuados atrás, y los llamará mejoras.

Hace años se propuso a un pueblito de Maine como el sitio ideal para construir una gran planta hidroeléctrica. Como se había construido una represa en el río, el pueblo quedaría sumergido. Cuando se anunció el proyecto, se dio a la gente varios meses para arreglar sus asuntos y reubicarse.

Durante el tiempo en que se construía la represa, sucedió algo interesante. Cesaron todas las mejoras. Se suspendió toda pintura. No se repararon edificios, caminos ni aceras. Día a día el pueblo lucía descuidado y sucio. Mucho antes de que las aguas lo cubrieran, el pueblo parecía abandonado aun cuando las personas no se habían ido todavía. Un morador dijo: «Cuando no hay fe en el futuro, no hay poder en el presente». Sobre ese pueblo cayó la desesperanza porque no tenía futuro.

Decisión # 3: Escriba una declaración de propósito

Un día, «Charlie Brown» (el de las tiras cómicas) estaba en el patio trasero de su casa practicando tiro al blanco con su arco y sus flechas. Templaba el arco y lanzaba la flecha a una cerca. Luego, iba donde había caído la flecha y dibujaba un blanco a su alrededor. Varias flechas y arcos más tarde, Lucy le dijo: «No puedes practicar tiro al blanco de esa manera. Primero dibuja el blanco, entonces tira la flecha». La respuesta de «Charlie» fue: «Lo sé, pero si lo haces a mi manera, ¡nunca fallarás!»

Lamentablemente, muchas personas conducen sus vidas como «Charlie» las flechas. Nunca dibujan un blanco, por lo tanto nunca fallan el blanco. Pero nunca dan en uno, tampoco.

Cuando era niño, mi padre decidió construir una cancha de básketbol para mi hermano y yo. Hizo una plataforma de cemento, puso un tablero en el garaje y estaba a punto de poner la canasta, cuando fue llamado de urgencia para una emergencia. Prometió ponerla tan pronto como regresara. No hay ningún problema, pensé. Tengo una flamante pelota de baloncesto y una nueva plataforma de cemento sobre la cual rebotar mi pelota. Durante unos minutos jugué con mi pelota sobre el cemento. Pronto me aburrí, y lancé la pelota al tablero una vez. Dejé que la pelota rodara fuera de la cancha y no la volví a tomar hasta que papá volvió para poner el aro. ¿Por qué? Porque no hay ninguna gracia en jugar baloncesto sin un aro. Lo bonito es tener algo por qué esforzarse.

Esa es la principal diferencia entre el trabajo y otras actividades agradables. Muchas veces el trabajo se nos hace aburrido porque no hay una meta o propósito definidos. Llegamos a casa agotados, listos para sentarnos y descansar. De pronto recordamos: «¡Esta es mi noche de jugar bolos!» Vamos al armario y sacamos una bola de dieciséis libras, la ponemos en el carro y nos dirigimos a través del tráfico pesado para lanzar esa pesada pelota por la pista ¡por dos horas! Eso no tiene sentido. Estábamos cansados y listos para descansar, y ahora estamos haciendo un ejercicio (no un trabajo) más duro que antes. ¿Por qué? Todo porque hay diez pines al final de la pista… una meta tangible. Derribarlos nos produce nuevas fuerzas. La motivación total del juego de bolos son los diez pines, la meta. Si no cree esto, pida que el ayudante los quite. Compruebe cuántas veces lanzará una bola de dieciséis libras por el pasillo, sin ellos.

Para tener satisfacción al cambiar su actitud, debe establecer una meta claramente definida. Esta meta debe ser tan específica como sea posible, escrita y firmada, con un límite de tiempo fijado a ella. Ese propósito debe colocarse en un lugar visible donde lo vea varias veces al día para motivarse. He aquí un ejemplo de una declaración de propósito:

«Cambiar mi actitud (específicamente, pensamiento negativo, crítica a los demás, resentimiento) siguiendo los procedimientos establecidos en la sección IV de Actitud de vencedor. Para alcanzar efectivamente esta meta, revisaré este proceso, y mi progreso será diariamente informado a mi alentador amigo. El (fecha) ____________________ espero que otros se den cuenta de mi conducta positiva».

Usted alcanzará esta meta si cada día hace tres cosas:

1. Escriba específicamente lo que desea cumplir cada día

La historia de David y Goliat es una excelente ilustración de fe y de cómo esta nos enfrenta a probabilidades inmensurables con recursos aparentemente inadecuados. Pero me sorprendió una cosa cuando estudié la vida de David. ¿Por qué escogió cinco piedras para su honda al ir al encuentro de Goliat? Estoy seguro de que las Escrituras nunca usan palabras en vano, el número de piedras debía tener algún significado. Mientras más pensaba, más perplejo quedaba. ¿Por qué cinco piedras? Había solamente un gigante. Agarrar cinco piedras parecía dudar de la fe. ¿Creía que iba a fallar y que tendría cuatro oportunidades más? Algún tiempo más tarde, cuando leía 2 Samuel, obtuve la respuesta. Goliat tenía cuatro hijos, ¡de manera que había cinco gigantes! En el cálculo de David había una piedra por gigante. Eso es lo que quiero decir con ser específicos en nuestra fe.

¿Cuáles son los gigantes a los que debe vencer para que su actitud sea la que debe ser? ¿Qué recursos necesitará? No se deje vencer por la frustración cuando vea los problemas. Enfréntese con un gigante a la vez. Los estrategas militares enseñan a sus ejércitos a pelear en un frente a la vez. Escriba esto. A medida que gane batallas, escríbalo. Esto le animará. Dedique tiempo a leer sus victorias pasadas.

2. Háblele a su amigo alentador acerca de lo que quiere cumplir cada día

Conozco vendedores con éxito que repiten en voz alta, cincuenta veces en la mañana y cincuenta veces en la noche, esta frase: «Puedo hacerlo». Oír decir continuamente estas afirmaciones positivas, les ayuda a creer en sí mismo y les lleva a actuar de acuerdo a esa creencia. Inicie este proceso cambiando su vocabulario. He aquí algunas sugerencias:
Elimine estas palabras completamente

Haga de estas palabras parte de su vocabulario

1. No puedo

1. Puedo

2. Si…

2. Lo haré

3. Dudo

3. Espero lo mejor

4. No creo

4. Sé

5. No tengo tiempo

5. Sacaré tiempo

6. Tal vez

6. Positivamente

7. Tengo miedo de

7. Confío en que

8. No creo

8. Creo

9. Yo

9. Usted

10. Es imposible

10. Dios puede

3. Actúe en cuanto a lo que ha escrito y léalo en voz alta cada día

Jesús nos enseña que la diferencia entre un sabio y un necio está en su respuesta a lo que ya sabe. El hombre sabio hace lo que oye mientras que el necio sabe pero no hace nada (Mateo 7.24–27).

Santiago 1.22–25, dice:

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

Acción sugerida: Por treinta días, trate a todas las personas que conozca como si fueran las más importantes del mundo. Descubrirá que comienzan a tratarlo de la misma manera. ¿Cómo lo mira el mundo a usted? Exactamente como usted lo mira a él. Haga algo positivo para alguien, siempre. El que aliviana la carga de alguien no es inútil en la vida.

Decisión # 4: Sienta el deseo de cambiar

Ninguna decisión determinará más el éxito de su actitud que el deseo de cambiar. Cuando todo lo demás falla, sólo el deseo puede mantenerle en su sitio. Muchas personas han pasado por encima de grandes obstáculos, para ser mejores al darse cuenta que el cambio es posible si realmente lo quieren. Permítanme ilustrar.

Mientras saltaba, un sapo cayó en un hoyo en el carretero. Todos sus intentos por salir fueron en vano. Llegó un conejo y viendo al sapo atrapado en el hoyo, se ofreció para ayudarlo a salir. Pero no pudo. Después que algunos animales del bosque hicieron tres o cuatro intentos para ayudarlo a salir, se dieron por vencidos. «Regresaremos y te traeremos algo de comida», dijeron, «parece que vas a estar aquí un buen rato». Sin embargo, poco después que se fueron a buscar comida, oyeron al sapo saltando atrás de ellos. ¡No podían creerlo! «¡Pensamos que no podrías salir!», exclamaron. «Oh, no podía», replicó el sapo. «Pero apareció un gran camión que venía derecho hacia mí, y tuve que hacerlo».

Ahí es cuando «tenemos que salir de los hoyos de la vida» que cambiamos. Mientras tengamos opciones aceptables no cambiaremos. La persona con demasiadas opciones me recuerda una historia que me contaron dos amigos.

Ellos tienen dos sobrinas que son hermanas. Una tiene once años y es una excelente nadadora. Pasa mucho tiempo practicando para los concursos de natación. La menor tiene cinco y también nada, pero no demuestra ningún interés ni se esfuerza por practicar y ganar en los concursos de natación.

Para Navidad, la hermana mayor ganó una carrera de 220 metros. Su padre leyó en el periódico esta noticia y preguntó a la menor: «Shelley, ¿no te gustaría practicar mucho y ver tu nombre en el periódico?» «Papá», dijo ella, «prefiero estar sentada aquí y comer galletas y beber leche el resto de mi vida».

Lamentablemente, ese es el lugar donde muchas personas pasan su vida. Mientras beben leche y comen galletas, otros se esfuerzan y ganan medallas. De vez en cuando, los comedores de galletas de la vida se detienen un momento para preguntarse por qué no ganan medallas. Una sombra de culpa parece que se cierne sobre ellos por un momento, pero luego deciden volver a «comer galletas». Carecen de deseo.

La mayoría de las personas se siente más cómoda con los viejos problemas que con las nuevas soluciones. Responden a las necesidades de cambio en la vida como el Duque de Cambridge, que dijo: «Cualquier cambio, en cualquier tiempo, por cualquier razón, es deplorable». Las personas que creen que no se debe hacer nada por primera vez, nunca ven nada hecho.

La Ley de Cotford afirma: «Nunca se hace nada hasta que todos se convencen de que debe hacerse y han estado convencidos por mucho tiempo de que ahora es el momento para hacerlo».

Pero hay esperanza. Parece que hay tres ocasiones en nuestra vida en que somos más receptivos al cambio. Primero, cuando estamos tan heridos que nos vemos obligados a cambiar. Jesús habla de esta clase de individuo en Lucas 15. La parábola del hijo pródigo nos dice que cuando miramos desde el fondo de una pocilga, es posible «volver en nosotros mismos» y pedir ayuda regresando a la casa del padre.

El pródigo actuó de manera parecida a la mujer con una enfermedad incurable que vino a Jesús, solamente después de que había gastado todo lo que tenía en médicos y había llegado a la desesperación (Lucas 8.43).

Por más de un año presenté estudios bíblicos sobre los milagros. Al final de esta serie escribí algunas verdades básicas sobre el tema. Mi más grande descubrimiento fue que cada milagro, en la Biblia, comenzaba con un problema. Solamente cuando alguien está lastimado recibe alivio. Sólo cuando una persona se hace preguntas, recibe respuestas. Claro que esta verdad tiene malas y buenas noticias. Las malas son que casi siempre nuestra herida tiene que ser lo suficientemente grande para que produzca un deseo de cambio. Solamente ganamos después del dolor. Las buenas noticias son que si está desesperado y necesita cambiar, usted es candidato para un milagro.

Segundo, la receptividad para el cambio es notoria cuando estamos cansados y aburridos. Todos experimentamos esto en ciertos momentos de la vida. Tal vez la esposa siente esto cuando los hijos están en la escuela y encuentra tiempo extra para hacer otras cosas. Los esposos se estancan en sus empleos y comienzan a perder interés en su trabajo. Una santa insatisfacción puede ser saludable cuando produce cambios positivos.

Es triste para cualquiera llegar a estar tan insatisfecho con su vida, sus pensamientos y sus asuntos que ya no siente ningún desafío para hacer cosas grandes.

Tercero, el cambio va a ocurrir cuando nos demos cuenta que podemos cambiar. Esta es la más grande motivación de todas. Nada aviva tanto el fuego del deseo como la repentina comprensión de que no se tiene que ser el mismo. Ya no necesita sentir el peso de las actitudes negativas. No tiene ninguna razón válida para sentir constantemente amargura ni resentimiento con la vida, con los demás o con usted mismo. ¡Usted puede cambiar!

Porque creo firmemente que las personas cambiarán una vez que entiendan que esto es posible, siempre les digo una frase. Cuando el aturdimiento, la duda, la frustración, y otros bloqueos mentales, les estorban, les digo: «Sí, tú puedes». He visto cientos de rostros iluminarse con esas tres simples palabras, más una sonrisa de aliento.

Nos detuvimos con mi esposa en un restaurante de comida rápida para comprar algunas bebidas. Cuando pedí un refresco de dieta para Margaret, la joven dijo que no tenía bebidas de dieta. Entonces le pedí un poco de hielo, pensando que podía comprar una lata de soda en el supermercado. Mi pedido nubló el rostro de la muchacha mientras decía: «Señor, no creo que podamos hacer eso aquí». «Sí, usted puede», repliqué rápida y confiadamente. Ella fue y me trajo mi vaso con hielo. Todo lo que necesitaba era alguien que la ayudara a creer que podía hacer lo que le habían pedido.

Mi vida está dedicada a ayudar a otros a alcanzar su potencial. Le sugiero que siga el consejo de Mark Twain que dijo: «Saque su mente de todo ahora y baile sobre eso. Todo va a estar listo».

Era su manera de decir: «Salgan de ese surco». Demasiadas veces nos aferramos a una manera de pensar y aceptamos limitaciones que no necesitan ser colocadas sobre nosotros.

La vida es un proceso cambiante. Con todas sus trancisiones vienen nuevas oportunidades de crecimiento. Lo que era un factor limitante ayer, no tiene que ser ahora. Acepte la siguiente declaración para su vida: «Los días por venir están llenos de cambios que son mis desafíos. Responderé a estas oportunidades en la confianza de que mi vida será mejor debido a ellas. Con Dios, todas las cosas son posibles».

El deseo aumenta con el amor. Enamórese del reto que significa el cambio y mire cómo el deseo de cambiar crece. Todos conocemos un deseo que solamente puede expresarse con las siguientes palabras: «El amor me hizo hacerlo».

Aleida Hussein de 78 años, de Rotterdam, Netherlands, había fumado por cincuenta años. Por cincuenta años trató de dejar el hábito pero no pudo. Entonces Leo Jensen, de 79 años le propuso matrimonio, pero rehusó ir al altar hasta que Aleida dejara de fumar. Aleida dice: «Ningún poder pudo quitarme el hábito. El amor lo hizo».

Tenga cuidado en qué pone su corazón. Luther Burbank se enamoró de las plantas. Edison se enamoró de las invenciones. Ford se enamoró de los motores de automóvil. Kettering se enamoró de las investigaciones. Los hermanos Wright se enamoraron de los aviones.

Tenga cuidado en saber en qué pone su corazón, porque con seguridad eso hará.

«Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón» (Salmos 37.4).
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