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TRÁMITE AMBIENTAL Este avance se constituye en el documento inicial para la redacción y tramitación del estudio ambiental prescrito por el art. 52-bis de la LMUS El documento inicial deberá contar con todas las determinaciones de este avance, en especial lo concerniente a suelo rústico, con todos los elementos detectados: zonas LIC, yacimientos arqueológicos, vías pecuarias, zonas inundables, etc y relacionarlos con el desarrollo urbano previsto. ANÁLISIS Y DIAGNÓSTICO URBANÍSTICO Y TERRITORIAL 1. Análisis.- 1.1. Dinámica general del desarrollo urbano.- Como ya se ha indicado en la parte informativa de esta Memoria, salvo pequeñas actuaciones periféricas a través de planes especiales o modificaciones puntuales con ordenación detallada, el desarrollo urbano se ha centrado en la reconstrucción intensiva del centro urbano del núcleo principal, sin perjuicio de dos iniciativas para urbanizar sendos sectores alejados de todo núcleo existente en lo que era suelo rústico al norte del núcleo de Alba de Tormes. Tampoco estos dos sectores tienen ninguna relación entre sí. La reconstrucción del casco, que se ha efectuado fundamentalmente al amparo de las Normas Subsidiarias que ahora se revisan, ha tenido consecuencias indeseables en el resultado final, pues ha utilizado especulativamente el aprovechamiento claramente abusivo que concedían las Normas, si tenemos en cuenta la exigüidad de los espacios públicos que soportan las parcelas privadas, relación que se correspondía con su origen medieval. Esto ha provocado un aumento de la congestión interior del casco, que con su frágil estructura urbana no es capaz de absorber la práctica totalidad del incremento poblacional y el consecuente aumento del tráfico rodado, sin garantías de seguridad suficiente para la circulación peatonal, ni posibilidades de aparcamiento. Otra secuela no menos lamentable ha sido la destrucción sistemática de la imagen urbana preexistente, si bien este proceso comenzó seguramente a finales de los años 60 del silo pasado. La falta de aprecio hacia la arquitectura popular de acompañamiento al conjunto monumental heredado ha determinado un grave deterioro de la imagen urbana, tanto por volumen, que es especialmente significativo cuando se implanta en zonas de fuertes pendientes en laderas, como por la elección de tipologías de vivienda colectiva absolutamente ajenas al entorno urbano que constituye el conjunto monumental, por no hablar de los diseños y los materiales heterogéneos empleados. Como es habitual en España, salvo los conjuntos claramente declarados bien de interés cultural, en las parcelas no ocupadas por los edificios monumentales se emplea la política del todo vale. Con esta actitud, no solamente se deteriora el entorno urbano a escala próxima, sino también a escala paisajística o de perfil urbano general. En cuanto a los nuevos desarrollos desligados de los núcleos existentes, se sigue incidiendo en el error de abandonar de hecho la esencia del planeamiento, que consiste en programar los desarrollos en función de un análisis preciso del territorio y de los datos objetivos que aporta, con el fin de establecer desde los poderes públicos y en interés los ciudadanos en general un uso armónico y sostenible del suelo. En lugar de ello se opta por reclasificaciones solicitadas por urbanizadores que han comprado previamente suelo rústico barato, sin que importe dónde ni por qué. Esto trae consecuencias nada deseables a medio y largo plazo, como la desintegración de la población en núcleos distantes, sin relación entre sí, y el encarecimiento del mantenimiento y de la prestación de servicios por parte del Ayuntamiento, hasta tal punto que esta labor llega a hacerse a veces imposible. 1.2. Análisis y valoración de la estructura urbana.- Haciendo abstracción de las poco significativas actuaciones en la periferia, la trama urbana con la que cuenta Alba de Tormes en una escala interior del núcleo es básicamente medieval, por lo que en principio presenta grandes dificultades para la implantación de usos y tipologías no tradicionales, porque exigen unas condiciones de espacio urbano exterior con las que evidentemente no se cuenta. Estas dificultades se agudizan cuando se actúa en zonas del casco tradicional cuyo soporte territorial es muy abrupto, como ocurre en la primera banda de terrenos desde el río hacia el este. Entonces las dificultades de acceso prácticamente impiden la implantación de usos y edificaciones propios de un ensanche con topografía más o menos llana. Por tanto, es evidente que la trama urbana más generalizada de Alba de Tormes es un dato que influye enormemente en las decisiones que se tomen sobre la forma de edificar acptándola como base territorial previa. Pero también es preciso analizar la estructura urbana a una escala más amplia, es decir, en cuanto a la capacidad de los medios de accesibilidad actuales desde el exterior, no sólo para el flujo hacia el interior de la población, sino los flujos de paso por el núcleo urbano debido a su condición de cruce de comunicaciones por carretera, que se deriva de su carácter tradicional de centro comarcal. Para empezar, hay que aceptar que el río está actuando como barrera para la fluidez de las comunicaciones, al contar exclusivamente con un solo puente y además muy antiguo y estrecho para unir ambas orillas del Tormes. Esto hace que necesariamente todo el tráfico se concentre de una u otra forma en alguno de sus dos extremos, lo cual congestiona regularmente tanto el puente como sus accesos. Esto es grave si tenemos en cuenta que, según la publicación “Mapa de Tráfico y de Velocidades 2007” de la Junta de Castilla y León, la situación es la siguiente: IMD LIGEROS PESADOS CL-510 (TRAMO N) 6752 6291/93% 461/7% CL-510 (TRAMO S) 1633 1510/92% 123/8% SA-114 (TRAMO N) 1335 1066/80% 269/20% SA-114 (TRAMO S) 1907 1620/85% 287/15% De estos datos podemos deducir que, dado que la población de Alba de Tormes se asienta en más de un 90% en la margen derecha del río y que el flujo por el tramo sur de la carretera SA-114 es sólo el 16% del total, hemos de concluir que más de un 80% del tráfico, tanto de origen y destino Salamanca-Alba como el de paso, circula por el puente. También es significativo que, aunque en números absolutos el tráfico pesado entre Salamanca y Alba es un 62% más que el que circula por la SA-114, dentro de esta última el tráfico pesado representa un 20% del total, mientras que en la primera es sólo del 7%. Además, el tráfico pesado en la 114 se mantiene constante en ambos tramos, lo que indica que existe un flujo muy significativo de esta clase de vehículos en esta dirección. Como consecuencia de este análisis se llega a la conclusión de que la mayor parte del núcleo urbano de Alba de Tormes soporta una intensidad media diaria (IMD) de cerca de 10.000 vehículos, sin que su estructura urbana esté preparada para ello y que además una parte significativa de ellos es de paso, como mínimo entre un 30 y un 40 por ciento. Además, una parte importante de este tráfico de paso es pesado y aparece como un flujo constante por todo el tramo de la SA-114 que atraviesa el municipio, lo cual tiene una incidencia muy negativa en la calidad de vida de los ciudadanos del núcleo urbano de Alba de Tormes. Pero además de los flujos exteriores hay que analizar los flujos interiores, llegándose a la conclusión de que la actual falta de comunicaciones periféricas generales provoca la congestión de algunas calles del centro, por ser la única alternativa de circulación entre las diversas zonas o barrios de la población. A la congestión y dificultad puramente circulatoria se une en el interior de una población la necesidad de estacionamiento, tanto para los habitantes como para los visitantes, cuestión que no ha llegado ni al planteamiento de las posibles soluciones. 1.3. Valoración del patrimonio urbano y arquitectónico.- 1.3.1. Capacidad de acogida.- De los apartados anteriores se puede deducir que el actual parque de solares, es decir, aquellas parcelas con condiciones urbanísticas como para construir con una simple licencia de obra, sin acudir siquiera a actuaciones aisladas o que procedan de algún tipo de planeamiento de desarrollo, ya no son muchos, siempre que de ahora en adelante haya voluntad política de no seguir congestionando la trama urbana existente ni deteriorando más el patrimonio cultural y en general el medio ambiente urbano. Si tenemos en cuenta por los datos de crecimiento demográfico que en los últimos diez años ha habido un incremento inferior al 15%, hemos de aceptar que en los próximos diez años dicho incremento no llegaría a 1000 habitantes. Sin embargo, para las proporciones en que nos movemos no resulta tan poco, pues equivaldría aproximadamente a 300 viviendas, que no es conveniente seguir dando cabida en la misma superficie, pues la densidad aumentaría hasta niveles impropios de una población del rango de Alba de Tormes. En efecto, del censo de viviendas de 2001 (INE) se obtiene el dato de que había 2421 viviendas, por lo que 8 años después, que han sido en gran parte los de mayor incidencia de la construcción en la economía, es posible que el número de viviendas se haya acercado a las 3000, de las que un porcentaje muy elevado se ha establecido en un área de poco más de 30 ha, si descontamos el suelo ocupado por usos diferentes a los propiamente residenciales, que llegan aproximadamente a las 5 ha. Eso quiere decir que en el ámbito estricto residencial se ha podido alcanzar una alta densidad, superior a 80 viviendas por hectárea. Así pues, cabe concluir que, aparte de otras muchas razones, no es posible incrementar más la densidad en el mismo lugar, cuya capacidad de acogida debe considerarse agotada, siendo necesario prever otras soluciones. 1.3.2. Grado de urbanización.- El grado de urbanización es suficiente en el casco antiguo y en el ensanche, aunque quedan algunas zonas, en especial las situadas en laderas de alta pendiente y algunas zonas periféricas al norte donde la urbanización es estricta o claramente deficitaria. De todas formas, se puede observar una cierta falta de criterios a la hora de abordar la pavimentación, especialmente en el trato al peatón, que no dispone de suficiente espacio para poder desenvolverse, tratándose de un ámbito tan reducido, que es posible recorrer andando en pocos minutos, aunque es cierto que se observa una cierta intención de peatonalización del centro. 1.3.3. Estimación del patrimonio cultural.- La riqueza del patrimonio cultural es la principal característica de Alba de Tormes, de la que hay que partir para elaborar una metodología de planeamiento urbanístico en esta pequeña ciudad. El peso del suelo ocupado por el patrimonio es claro y contundente con la mera observación del plano: en un espacio tan reducido se encuentran cuatro bienes de interés cultural (BIC) declarados específicamente (Madres Carmelitas, San Juan, Santiago e Isabeles), más dos con declaración genérica (Castillo Ducal y muralla), a los que hay que añadir otros tres monumentos que podrían optar a la declaración de BIC (San Pedro, Padres Carmelitas, Benedictinas), más tres edificios singulares (el Ayuntamiento, el Pozo de la Nieve y la Alhóndiga), por citar sólo los más antiguos. Es decir, en total doce elementos de alta calidad, a los que probablemente se añadirá en su día la Basílica. Además de esto, se conserva en gran parte la trama medieval urbana y otros espacios que, aunque posteriores, presentan un alto interés, como el conjunto formado por las plazas Mayor y de Santa Teresa. A una escala más amplia, el propio paisaje urbano visto desde la orilla izquierda, reflejado en el río, aporta todavía sensaciones gratificantes. Está justificado, por tanto, partir del patrimonio cultural para llegar al planeamiento urbanístico en el ámbito urbano, pero también en el territorio rústico que lo acoge. 2. Diagnóstico.- Del análisis anterior, cabe deducir las siguientes conclusiones:
De esta forma, y abandonando toda política de ocupación indiscriminada del territorio por iniciativas particulares no integradas en la planificación y ordenación del mismo, se podrá llevar el desarrollo urbano a los niveles de calidad actualmente perdidos, naturalmente dentro de las posibilidades que todavía quedan. Por tanto, las nuevas clasificaciones de suelo urbanizable deberán ser tales que, primero, representen un ensanche natural del núcleo existente; segundo, se sitúen estratégicamente de modo que los costes de conexión con los sistemas generales sean razonables y tercero, que los usos predominantes asignados a cada sector sean los adecuados para el lugar, apoyando los existentes, y equilibrados respecto de la demanda previsible. El resto del territorio municipal se preservará de nuevas iniciativas de ocupación en suelo urbanizable, salvo las que apoyen la recuperación de los núcleos urbanos dispersos, actualmente en clara decadencia y siempre que colaboren en la rehabilitación interior. |