Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación






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3. Los fundadores: un Buen Padre y una Buena Madre

Leer la historia del comienzo de nuestra familia, es encontrar dos personas enteramente comprometidas por la obra que comenzaba, unidas en los fines perseguidos, en oración y afecto, seguras de estar construyendo, no una obra propia, humana, sino la obra de Dios. Ellos servían el actuar de Dios en personas y circunstancias, en todo paso, grande o pequeño, que conducía a que nuestra congregación fuera una realidad.

Realidad para el mundo en severas crisis, para hombres que amar con el amor de Dios que salva; para la Iglesia apenas saliendo de ruinas y persecuciones. El trágico momento histórico que les tocó vivir se convirtió para ellos en llamado. Cada uno lo percibe, lo vive, se entrega de manera peculiar. Son diferentes como diferente es la misión que siguen dentro de un mismo fin.

La comunión entre ellos se va haciendo más profunda con las gracias y las penas vividas, con desafíos que enfrentar. La amistad, la unión, la admiración recíproca enriquece las relaciones tan familiares y sencillas, del comienzo de nuestra familia.

Está demás preguntarnos sobre la importancia del aporte y la acción de cada fundador, de los primeros hermanos. Mirar a ambos nos permite mejor comprensión de los momentos carismáticos del inicio. Los siguientes rasgos permiten una reflexión personal que no exime de la lectura de sus biografías.

a. Pedro Coudrin. Nuestro Buen Padre José María, es un sacerdote lleno de celo apostólico. Inteligente y estudioso, de buena formación teológico y de visión pastoral que abarca Iglesia y sociedad. Debió ejercer importantes roles en la Iglesia de Francia.

Sin considerarse él mismo un intelectual, está al día en los temas que tocan materias espirituales, eclesiales, morales. Sin duda es el que forma a la vida cristiana y espiritual a toda la primera comunidad. En sus cartas se ve que es exigente con los hermanos en esta materia. Admira verlo exigente en estudios con jóvenes, casi niños, que comenzaban su formación. Tuvo excelentes resultados, por lo general. Confesor de las hermanas, las dirige por camino de unión con Dios, de ofrenda de su vida, de confianza en el amor, siempre con mucha sencillez y autenticidad en las relaciones con Dios y con los demás.

Le cuesta en un primer momento captar el rumbo de la intensa vida de oración en Henriette. Después de ser tranquilizado por Mons. Chabot, le da alas para volar en la unión con Dios. Oye a Dios a través de la oración de Henriette. Le preocupa su salud, que se destruya en tanto trabajo y debilidad, pero apoya su camino de entregada, de víctima reparadora.

Su predicación sencilla, directa, mueve hacia Dios. Sus sermones salen del corazón. El éxito que tiene en la Iglesia de San Roque, en París, que llena de orgullo a hermanas y suscita vocaciones, se debe a que va al corazón, sin estilos amanerados: lo dicen los testigos.

Es superior y padre: si bien dirige y manda, consuela, anima, es cálido en sus relaciones sencillas. Todo revive en Picpus cuando él está. Siempre en diálogo con los hermanos y hermanas, esperando que la gracia actúe, que sane corazones, aclare situaciones. Abre puertas, cree en los cambios por la acción de un Dios amor, siempre actuando por sobre nuestra limitación.

La Iglesia que emerge tras la revolución, la del concordato y el imperio, de la esperada restauración monárquica, vive encrucijadas políticas y eclesiales. Estudiar esta época nos ayuda a comprender cuan difícil le fue a un hombre tan recto, tan convencido de la ortodoxia, vivir en círculos eclesiásticos que exigían ser hábil político. Sus cartas añoran la sencillez de la comunidad. Llegar a una de ellas, a Picpus es gran gozo. Aunque tampoco le faltan los conflictos en ellas.

Vida difícil de pastor crucificado, en que la esperanza y el amor personal a Jesucristo, a su corazón, es apoyo y fuente de gozo. Sus cartas, desde los lugares en que ejerce, cargos pastorales, muestran ese terrible tironeo entre su servicio a la Iglesia y su deseo de dedicarse a la congregación, que el quiere útil a la Iglesia. Sólo en 1833 puede volver a Picpus. Pronto muere Henriette.

b. Henriette Aymer. Mujer inteligente, con la mínima cultura de las mujeres de su época, pero sabe vivir, relacionarse, ver lo esencial de las cosas. Dios es su maestro espiritual: el padre Coudrin es la voz de Dios para ella. Cuando se abre a la vida espiritual, emprende caminos de comunicación mística, es Pedro quien le exige, la guía, la apoya. Ella está abierta al espíritu de Dios. Su amor a Jesús, a su corazón en la eucaristía, su necesidad de larga adoración y contemplación, no son frutos de un saber intelectual, sino de la acción de Dios. Ella se entrega.

Las inspiraciones que ella recibe en su intensa vida de oración, pasan a ser para el fundador recados de Dios. Le pide que vea con Dios la solución a esto o aquello. No todo el contenido de los billets (mensajes) tiene la misma importancia. El Buen Padre, sabe encontrar en ellos la voluntad de Dios sobre la naciente congregación. La vida de unión con Dios en Henriette es tema que debe estudiarse a la luz de la teología mística.

En la vida diaria, sin embargo, es sencilla, alegre, de gran sentido práctico, buen criterio para decidir, mandar, actuar. Siempre que está por medio el bien de la congregación, despliega creatividad y descubre medios insólitos. Mirada aguda, comprende a personas y situaciones con rapidez y agudeza. Su viveza de pensamiento y palabra le obliga a veces a pedir perdón.

Todos, hermanos y hermanas, confían en su criterio, su juicio sobre situaciones. El Buen Padre le deja libertad para actuar en asuntos de las comunidades: escribe a los hermanos que al pasar la Buena Madre por esa comunidad, traten de arreglar con ella los asuntos. Las cartas, del fundador que están siendo publicadas en Roma (ya hay 5 tomos) lo muestran. Ejecutiva, atenta, su atención maternal se extiende a toda la familia. Su presencia en una casa es afirmación del afecto y la unión.

Su gran pasión es la congregación, el bien de ella: despliega toda su capacidad, gasta sus bienes, su persona entera al servicio de ella. Sus múltiples relaciones las pone al servicio de la comunidad. Para todos su amoroso cuidado maternal. Sus recetas para la salud (extraño libro de medicina se podría escribir con sus cartas) van hacia todos: sacerdotes, obispos, hermanas, laicos, familias y vecinos. La salud del Buen Padre es su preocupación constante. Ella, enfermiza y tantas veces a las puertas de la muerte, es toda fortaleza. Hasta que cae con esa parálisis de 1829.

Su lenguaje de gran corrección académica, hermoso estilo, está salpicado de comparaciones, expresivas palabras inventadas, mucho humor y pintura gráfica de personas y situaciones. No sabemos qué ortografía se usaba, ni qué aprendió ella, sólo que no es la actual en francés.

Henriette supo ser segunda, nunca se juzgó ella importante. La situación de la mujer, entonces o ahora, estaba hecha para secundar. El sentido de vivir que ella buscaba al salir de la cárcel, le fue dado por Pedro Coudrin, sacerdote. Ella vio su destino ligada a él. No falló su admiración, obediencia y el afecto que los unió. Afecto que tuvo algo de maternal, de respeto al sacerdote, de admiración sincera por la persona misma del Buen Padre.

4. Cronología

Fecha

1767 11 - 08

14 - 08

1768 10 - 03

1790 03 - 04

1792 04 - 03

08 - 04

- 05

mayo a octubre

1793 22 - 10

07 - 11

1794 11 - 09

1795 febrero y marzo

1796 fines

1797 - 02

- 03

23 - 06

25 - 08

29 - 09

1798 - 08

1799

1800 17 - 06

20 - 10

24 - 12

1801 02 - 02

20 - 05

1802 31 - 07

1803 15 - 07

1804 08 - 08

19 - 10

1805 - 03

- 07

1806

1814 29 - 08

27 - 11

1815 04 - 07

1816 20 - 12

1817 17 - 11

1818 11 - 10

1819 24 - 10

1820 - 04

31 - 10

1821 19 - 08

1824 24 - 06

01 - 09

1825 19 - 05

26 - 08

06 - 10

1826 01 - 02

15 - 09

07 - 10

1827 08 - 02

12 - 07

1828 01 - 02

26 - 12

1829 26 - 02

04 - 03

02 - 07

12 - 09

16 - 09

04 - 10

1832 16 - 07

1833 07 - 11

22 - 12

1834 13 -5

07 - 08

16 - 11

23 - 11

10 - 12

1837 27 - 03

04 - 05




Buena Madre

Nacimiento

Bautismo

Arresto:prisión y conversión

Liberada de prisión

Ingresa a Sociedad del Sagrado Corazón

Solitarias

Superiora Solitarias

Venta herencia

Resolución: pobreza, castidad y obediencia

Superiora Sociedad. Período Trapa

Primeros votos

Votos definitivos

Viaje a Mende

Viaje a Cahors

Estadía en París

Laval

París

Estadía en Pontlieu

Estadía Sarlat

Viaje a Rennes

Viaje a Tours

Estadía en Mortagne

Viaje a Vincennes

Estadía en Sainte Maure

Viaje a Alençon

Viaje a Rouen

Estadía en Ivetot

Enferma: hemiplegia, invalidez

Muerte





Buen Padre

Nacimiento

Ordenado diácono

Ordenación sacerdotal

Clandestinidad

Visión del granero de La Motte D’Useau

Condenado por tribunales civiles

Sociedad del Sagrado Corazón

Traslada Santísimo a la Grand Maison

Formación rama masculina

Votos

Votos perpetuos

Vicario Mende

Estadía en Cahors

Estadía en París

Recibe y hace entrega a las hermanas de la imagen de la Virgen de la Paz

Curia de París

Vicario general de Troyes

Viaje a Roma

Acepta misiones Islas Sandwichs

Llegada a Rouen: Vicario general

En Cónclave en Roma

Estadía en Roma

Estadía en Rouen

Regresa a París

Regresa a Picpus

Viaje a Chateau

Muerte




Congregación

Nacimiento idea de la congregación

Primeros contactos fundación

Inicio rama femenina

Decisión de llevar a la práctica la fundación.

Compra primeros terrenos

Toma hábitos Solitarias

Solitarias se trasladan a nueva casa

Solitarias: Regla Trapa

Aprobación provisoria Vicarios de Poitiers

Inicio Congregación

Profesión primeros hnos.

Aprobación diocesana

Fundación en Mende

Fundación en Cahors

Fundación en París: Place de Vendome

Fundación en Laval

Traslado hermanas a casa de

Picpus

Fundación en Pontlieu

Congregación encargada de devoción a la Virgen de la Paz

Primeros trámites aprobación en Roma

Pío VII recibe P. Hilarión

Fundación en Sarlat

Aprobación Romana

Bula Pastor aeternus, promulgada por Pío VII

Fundación Rennes

Fundación Tours

Problema con sacerdote Lemercier y curia de París.

Misioneros en Troyes

Fundación en Mortagne

Fundación en Vincennes

Capítulo General, ambas ramas.

Tramitación para aprobación de las Constituciones.

Papa aprueba Constituciones

Se hace cargo de misiones en Islas Sandwichs

Primeros misioneros islas del Pacífico. Padre Bachelot: Prefecto Apostólico.

Fundación en Sainte Maure

Misioneros pasan por Valparaíso

Padre Bachelot desembarca en Hawaii

Fundación Alençon

Cierre Cahors y comienzo del cierre de colegios. Leyes civiles

Fundación en Rouen

Fundación en Ivetot

Seminario Mayor de Rouen

Padre Rafael Bonamie nombrado obispo

Mons. Rouchouze: Vicario Apostólico Oceanía oriental

Llegada del P. Crisóstomo Liausu a Valparaíso

Islas Gambier

Fundación de Chateaudun

Hna. Francisca de Viart elegida Superiora general

Mons. Rafael Bonamie elegido Superior general
























Nota: cronología tomada de la obra colectiva Enriqueta Aymer. Fundadora de las religiosas de los Sagrados Corazones. 150 años de su muerte. Santiago de Chile: Congregación de los SS.CC. 1984, pp.99-105

5. Anexos

a. Perfil del P. Coudrin*

Hermano:

Al término de esta Regla, que quiere indicarte las actitudes y los valores evangélicos que debes incorporar a tu vida, considera con gratitud al hombre que Dios escogió para hacer nacer en su Iglesia la Comunidad a la que has vinculado tu existencia.

La vida del P. José María Coudrin es un modelo de lo que se pide de ti. La respuesta que él dio a Dios puede ser para ti una enseñanza, aun cuando las circunstancias y el lenguaje de hoy sean distintos de los de su época. A través de algunos rasgos de una vida tan densa, podrás ver realizado su ideal, que es el tuyo.

El Pastor

El P. Coudrin fue ordenado sacerdote en marzo de 1792. La crisis religiosa de la Revolución Francesa ya se había transformado en cisma; la mayoría de los obispos habían huido al extranjero y la mayor parte de los sacerdotes contrarios al juramento constitucional se preparaban para marchar o ya estaban lejos de su comunidad.

Él decidió quedarse para no abandonar a los fieles: decisión valiente a ejemplo del Buen Pastor que no abandona sus ovejas.

Esta actitud de servicio directo de las almas, a la que alienta un celo ardiente por la venida del Reino de Dios, marca su personalidad de una manera tan profunda y definitiva que puede verse en ella un rasgo típico que la define.

No es teólogo, ni autor espiritual, ni canonista en el sentido en que entendemos hoy estas palabras. El P. Coudrin es ante todo un pastor. Durante los acontecimientos del Terror, se mantiene con riesgo de su vida, al servicio de todos sin distinción, sin mezclar con las consideraciones de las personas la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorificado (Sant 2,1): Ayuda a los pobres, a los campesinos, a los nobles encarcelados, a los sacerdotes arrepentidos de su juramento cismático, o simplemente a aquellos que tienen miedo de salir de su escondrijo. Durante toda su vida consagra lo mejor de su tiempo al gobierno de diversas diócesis como Vicario general, y a atender a los fieles en el confesionario o por la predicación de la palabra de Dios.

Su Congregación es como una prolongación de su celo: no sólo la pone al servicio de las más urgentes necesidades de la Iglesia de Francia, como la enseñanza, la formación del clero, la evangelización del campo, sino que promueve, en cuanto le es posible, la difusión de la fe cristiana entre los infieles, enviando a las misiones lejanas de Oceanía Oriental, del Oriente y de las tribus indígenas de América del Norte, a sus más valientes discípulos.

Al principio de su ministerio había tenido la visión de la evangelización de las islas remotas. Murió bendiciendo a sus misioneros.

El Fundador

Saliendo del granero de la Motte d'Usseau el 20 de octubre de 1792, el joven sacerdote Coudrin se prosterna al pie de una encina próxima y hace el sacrificio de su vida: «Me había hecho sacerdote con la intención de sufrir todo, de santificarme por Dios, y, si hacía falta, de morir por su servicio».

Tiene la certeza de ser objeto de un misterioso designio de Dios, que le destina a fundar una nueva familia religiosa formada por una rama de hombres y otra de mujeres, que se complementarán en la misión de la Congregación.

Esta profunda convicción le anima durante el Terror y le mantiene siempre atento al momento escogido por Dios. Se considera como instrumento de la voluntad divina; se esfuerza por leer los signos de la Providencia en los acontecimientos y circunstancias, y tiene una gran preocupación por no anticiparse a los designios del Señor. Su punto de referencia en todas sus empresas es siempre la voluntad divina.

Ve su Comunidad bajo el signo de la cruz: «Somos los hijos del Corazón herido de nuestro Buen Maestro; es muy justo que nosotros participemos en él con una pequeña parte». Su fundación lleva el sello de las obras de Dios, que quiere que la salvación venga por la cruz de Cristo y que las almas se salven por la participación en los sufrimientos del Redentor.

Desde 1793, la dirección espiritual le pone en contacto con las primeras personas que recibieron la vocación de realizar el designio providencial. A éstas las agrupó el año siguiente, dentro del marco de la Asociación del Sagrado Corazón, fundada poco antes en Poitiers.

La devoción a los Sagrados Corazones fue para la nueva comunidad el medio de comunión en los grandes valores evangélicos. El corazón de Cristo era para esta comunidad la gran manifestación del Amor misericordioso y todopoderoso de Dios. Como respuesta al amor de Dios, era necesario adoptar con el Corazón de Cristo, en Él y por Él, la actitud del Siervo de Yahveh y entrar en la obra redentora, reparando así el pecado de la humanidad.

Al presentarse el Corazón de María como inseparable de Cristo, en la manifestación del amor de Dios y en la realización de la obra de redención, era preciso pasar por María para entrar en la obra de Cristo.

Desde el comienzo, la Comunidad se centra en la Eucaristía. El Fundador que recibió su vocación en el transcurso de largas horas de adoración en el granero de la Motte y que durante mucho tiempo llevó sobre sí el Santísimo Sacramento en lo más duro de la persecución, transmite a su comunidad esta manera de orar, de la que Madre Enriqueta Aymer de la Chevalerie se convierte en seguida en ejemplo vivo.

La comunión en estos valores crea una estrecha fraternidad, que realiza el deseo tan frecuentemente expresado por el P. Coudrin: no formar sino un corazón y una sola alma. La estima mutua, el respeto, el servicio fraterno en la sencillez de una familia, constituyen los lazos que unen hermanos y hermanas en la gracia y en la paz del Reino. El Fundador en nada insiste tanto como en «la unión en los Sagrados Corazones».

La comunidad toda entera, en la complementariedad de las diversas vocaciones se esforzaba por imitar y reproducir lo que entonces se llamaba la «cuatro edades» del Señor. Cada uno, en su trabajo diario, intentaba hacer visible el centro de toda Redención.

El Superior

El P. Coudrin jamás se sintió «propietario» de su comunidad. Ve con mucha claridad que su obra no es suya; uno de los nombres que emplea con más frecuencia para designarla es: «la Obra de Dios». La fundación, su crecimiento, el desarrollo del Instituto se le parecen como la acción, a veces milagrosa, de la Providencia de Dios, que manifiesta su amor de mil maneras.

Siente la necesidad de integrarse en la Comunidad, sin buscar en la autoridad un pretexto para situarse por encima de ella. Le horroriza que se le llame «Reverendo», y el único título que acepta es el de «Padre», porque expresa una relación de afecto y una responsabilidad con respecto a sus hermanos.

Ejerce su autoridad con un agudo sentido de las personas, y sabe que no tiene el monopolio de las ideas. Reconoce el carisma de profecía de la Buena Madre, no sin antes haberla puesto primeramente a prueba.

Gestiona su obra como un buen guía, teniendo la preocupación de no malgastar las fuerzas jóvenes que el Señor le envía: «No exponer la salud». Estimula, alienta, reprende con discreción; comprensivo y lleno de ternura para con las personas, no deja de decir por eso la verdad, por dura que sea, cuando es necesario. Nadie fue más abierto a la colaboración y al diálogo que él. Frecuentemente pide el parecer, tanto de los superiores como de los hermanos.

Por otro lado, sigue y controla día a día la marcha de las casas y el comportamiento de las personas: «Tenedme al corriente» ... «Sed puntual en escribirme». El fervor de las almas, la libertad de las conciencias, todo, así como la salud de los cuerpos, es objeto de sus preocupaciones. No limita sus atenciones sólo a los religiosos, sino que las extiende a sus familias, particularmente a los padres. Continuamente recuerda las normas fundamentales y la necesidad de mantener el espíritu de la Congregación.

Ausente a menudo de las Casas, está presente en todas las comunidades por su correspondencia breve, precisa, esclarecedora, por su corazón y sobre todo por su espíritu, que mantiene la cohesión, la unidad de miras y de acción.

Porque se sabe el representante de Dios, lleva en todo una gran tranquilidad de espíritu, una fe en la Providencia, una rectitud de intención y de mirada, una naturalidad y una sencillez de procedimientos, al mismo tiempo que la energía de un conductor de hombres. Es siempre realista, con un realismo hecho de disposiciones naturales y de confianza en Dios, fundado en la caridad de Cristo y en la convicción de hacer la «Obra de Dios». Si hay alguna cosa que el P. Coudrin ignora es, verdaderamente, la diplomacia, que se sirve de las personas y busca caminos tortuosos para llegar a sus fines. Siempre es claro en todo. Se sabe lo que piensa y lo que quiere, y lo propone con firmeza, pero dejando a cada uno su propia responsabilidad.

Durante su gobierno, que duró treinta y siete años, todos sintieron siempre que era verdaderamente el «Buen Padre».
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