Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación






descargar 0.65 Mb.
títuloPrimera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación
página14/23
fecha de publicación03.08.2015
tamaño0.65 Mb.
tipoDocumentos
m.exam-10.com > Historia > Documentos
1   ...   10   11   12   13   14   15   16   17   ...   23

2. P. José María Coudrin: Sermón sobre la fe *

El 20 de Febrero.

Amigos Y Hermanos míos:

Es una felicidad inefable para nosotros, el que, a pesar de los impíos, estemos en el seno de la fe; pero no basta con conocer y gustar esta felicidad; hemos contraído, como sabéis, compromisos con ella; consisten en cuatro diferentes homenajes que ella exige de nosotros: homenaje de sumisión que nos la haga escuchar con docilidad; homenaje de afecto, que nos la haga amar con ternura; homenaje de celo para defender sus intereses con ardor; homenaje de acción que nos la haga amar y honrar por nuestras obras; Dios santo, autor y consumador de la fe (Hebr. XII,2), dígante iluminarme con sus divinas luces y concédeme la gracia de persuadir a estos dos jóvenes corazones, y de inspirarles sobre todo la fidelidad con que deben cumplir inviolablemente sus deberes para con la fe.

1. Sumisión humilde y apacible; es la herencia de los verdaderos hijos de la Iglesia; la fe lo exige de una manera tan indispensable que, si alguno llegara a negársela, ella no lo reconoce, lo condena, y se arma contra él de todos sus anatemas. Desde entonces no es sino una oveja indócil; pobre de ella si, de ese modo extraviada, cae en las fauces del lobo rapaz; ya no es más que una piedra de escándalo que no puede encontrar lugar en la construcción de la Jerusalem Celestial; desde entonces ya no es sino como un miembro podrido que se ha de cortar, de miedo que no comunique su contagio ... Sumisión firme e inquebrantable, hasta fondo el punto de sacrificarlo todo, de sufrirlo todo, de perderlo todo, antes que perder la fe, antes incluso, de exponerse a perderla, bienes, honores, salud, libertad, hasta la vida, todo esto es precioso, pero si se encuentra comprometido con la fe, debe ceder a la fe; y si es necesarios sobre los despojos de todo, debe levantarse triunfante la fe.

Iglesia santa: que mi mano derecha me sea amputada, si jamás trazare caracteres que mi espíritu desmiente, que mi lengua disecada se me pegue para siempre al paladar, si jamás pronunciaré palabras que mi corazón desaprueba. Mi religión me enseña a hablar y no a disfrazar; mi fe me enseña a morir, y no a mentir; una fe que me autorizara a semejante disfraz, no merecería sino mis anatemas; vamos, le diría, no sois en nada una fe cristiana, la probidad pagana, es preferible a vos.

2. Homenaje de afecto, que nos la haga amar con ternura. La Iglesia es nuestra madre; en este punto el corazón habla sin que la boca se explique. A esta amable condición de madre, Iglesia santa,¿podríamos acaso no reconoceros? y a ¿cuántos títulos merecéis este dulce nombre? Sois vos quien nos ha engendrado en Jesucristo, que nos habéis recibido en vuestros brazos, que nos habéis alimentado con vuestra leche; en nuestra hambre, nos habéis saciado con el maná celestial y pan de los Angeles. No habéis recobrado con bondad, si nos habíamos extraviado con malicia; nos habéis recibido con cariño cuando hemos vuelto con dolor. ¡Qué de oraciones dirigidas al Señor por nosotros! ¡Qué de sacrificios ofrecidos en los altares! ¡Qué de sacrificios ofrecidos en los altares! ¡Qué de socorros preparados para el Cielo! No limitáis a eso vuestros favores, Religión santa, como es en vuestro seno donde hemos tenido la felicidad la de encontrar gracia, en vuestros brazos es donde esperamos exhalar nuestro último suspiro; y a quién daríamos nuestro cariño, si os lo negamos a vos? Justicia, reconocimiento, interés: no son acaso otras tantas voces elocuentes, que solicitan para vos nuestro corazón y lo reclaman? ¿Os los consagramos púes, Iglesia divina, estos corazones con todos sus sentimientos para siempre; os damos todo nuestro cariño; pero con que indicios podríamos atestiguároslo?

¿Con qué indicios, queridos amigos? ¿Con nuestro celo en defender sus intereses; celo por la fe, un cristiano reconciliado, podría estar desprovisto de él? Pensamos tenerlo, pero, ¿lo tenemos efectivamente? Juzguémonos a nosotros mismos. ¡Ah Señor!, somos fieles y cristianos de nombre;¿ lo somos de comportamiento y de costumbres? Nuestra fe tiene mandamientos, tiene leyes, tiene prácticas. ¿Esos mandamientos, los observarnos? ¿Esas leyes, las respetamos? ¿Esas prácticas, las cumplimos? ... Hé aquí el celo: ¿podemos halagarnos de estar animados por él? Nuestra fe tiene intereses,¿los tomamos a pechos? Sobre todo esto cada uno tiene que responder por sí; en lo que mira a nos otros,¿no podemos responder sino condenándonos? Nuestra fe tiene enemigos que temer, persecuciones que soportar, combates que sostener; lo sabemos: ¿qué sentimientos nos conmueven? El celo por la casa de Dios, devora nuestro corazón como el del Profeta? ¿Hablamos, actuamos, vivimos para ella? Que si nuestro estado no nos permite hablar, al menos rezamos por su conservación? ¿Rezamos por sus defensores? ¿Rezamos por sus ministros? ¿Por sus hijos, por sus enemigos? Como Moisés, elevamos las manos al cielo, mientras los Josué combaten por ella? Sin experimentar sus trabajos, tendremos parte en su victoria: ¡Oh! ¡fe divina! Encontrabais este celo antaño en los primeros cristianos, ese celo ardiente, os lo ofrecieron en el testimonio de su sangre ... Pero sin llegar a esos extremos, mis queridos amigos, ella reclama de vosotros el homenaje de vuestras obras ... La fe y las obras deben siempre estar juntas y caminar de acuerdo. Las obras sin la fe son obras estériles, y la fe sin las obras es una fe muerta. El árbol se conoce por los frutos, decía el Salvador del mundo, y el cristiano se conoce por sus obras. Sin que se nos interrogue, nuestras acciones deben decir cuál es nuestra religión. No llevamos nuestra fe escrita sobre la frente, pero tenemos que hacerla respetable por nuestra conducta, por obras que honren a la fe, que conserven y que cultiven la fe. Amor de Dios, desprendimiento de nosotros mismos, caridad para con nuestros hermanos, edificación mutua, este es el glorioso testimonio que debemos a la fe. Pero, qué sucedería, Dios mío, si en lugar de honrar la fe por las obras, nos expusiéramos a perderla? Y no es exponerse a perderla el escuchar disertaciones en que se la pone en peligro, trabar amistades en que no es respetada? Pensáis, decía el Salvador del mundo, que cuando el Hijo del Hombre venga, un día, encontrará todavía fe en la tierra? ¡Ay! Adorable Salvador, sin esperar el fin del mundo, si vinieras al presente, encontrarías mucha entre nosotros? Ahí no nos arrebates ese sagrado depósito, no extingas: este resto de antorcha celeste; no nos prives de esta preciosa porción de nuestra herencia. Castíganos, lo merecemos; pero no lleves el castigo al extremo de retirar de nosotros tu Espíritu divino, y sustraemos sus luces y el don de la fe; este es, mis queridos amigos, el deseo que formulo por vosotros. Así sea!

3. Reglamento dispuesto por el Buen Padre *

Dios, al hacemos nacer en el seno de la religión cristiana, nos ha llamado a la santidad; no es, por lo tanto, una temeridad tender a ella. Necesitarnos un guía, un modelo, un protector. En Jesús lo encontramos todo; su nacimiento, su vida y su muerte: ha aquí nuestra regla. Su Corazón divino será nuestro refugio, nuestro exilio, la soledad donde nos retiraremos a menudo para que El se digne hablar a nuestros corazones.

Dios es nuestro Padre, Jesús nuestro Esposo, el Espíritu Santo nuestra luz; la Santísima Virgen nuestra Madre buena, los Santos Angeles nuestros guardianes, S. José nuestro Patrón.

Jesús nació de una Virgen; su preferencia por la virginidad nos la hace abrazar. Nació pobre, queremos vivir pobres. Ha vivido retirado durante varios años; ese es nuestro proyecto, a menos que nos dé a conocer que no es esta su voluntad.

La devoción al Sagrado Corazón, la humildad y la mansedumbre serán las virtudes fundamentales de la Congregación.

Desde Pascua a San Miguel (29 de Septiembre) la levantada será a las cuatro y media, y desde San Miguel hasta Pascua a las cinco y media. Al despertarse, ¿.se entregará, en el ordinario asilo para adorarlo y suplicarle que nos presente a su Padre. Al vestirse, se dirá el salmo 62, oficio de la Virgen en Laudes.

A las seis, la oración hasta las siete, en seguida Prima y Tercia del Sagrado Corazón y de la Santísima Virgen; a las siete y media, la Misa, un cuarto de hora de acción de gracias y se dirá las oraciones ordinarias. Se retirarán en silencio, que se observará hasta las nueve. Este intervalo será empleado en mantener limpia la celda. A las nueve, se postrarán para adorar, pero sin ceremonia, dirán el De Profundis por sus compañeros (confrères); no se debe pasar en eso más de un medio cuarto de hora, se trabajará hasta las once; las que no tengan ocupación particular se quedarán en su celda. A las once y media, la comida, a medio día el Angelus y los Gloria; el recreo hasta la una; y hasta las dos: un cuarto de hora de lectura, un cuarto de hora de reflexión; un segundo (cuarto de hora) de lectura y un segundo de reflexión; lo que da media hora de lectura y media de silencio.

A las dos, Vísperas, las mismas oraciones que al fin de la Misa, las letanías del Sagrado Corazón, un cuarto de hora de adoración del Santísimo Sacramento del Altar. El tiempo que quede hasta las tres, será empleado según su devoción. A las tres, se postrarán y dirán el Miserere, para honrar la hora de la muerte de nuestro Redentor. Se retirarán en silencio a su celda para trabajar allí. A las cuatro la reunión como a las nueve. A las seis, oración hasta siete, el Rosario; a las siete y media la cena recreo hasta las nueve; silencio hasta el día siguiente a las nueve. Dirán Maitines y Laudes, el examen, el Evangelio del día siguiente, un capítulo de la Imitación de Jesús, que podrá servir de tema de meditación para las que quieran; no habrá obligación de hacerlo; será alrededor de las diez cuando entremos en nuestras celdas; no se podrá pasar en ella más de media hora.

La alimentación. Durante todos los ayunos de Iglesia, no comerán ni aceite, ni mantequilla, ni pescado, ni pescado, ni huevos, ni leche, ni queso; además de los ayunos de obligación, ayunará los Miércoles, Viernes y Sábado, las vigilias de las fiestas de la Santísima Virgen, de los Apóstoles. En estos últimos ayunos podrán comer leche, huevos, queso, Pescado; pero sin aceite ni mantequilla; los otros cuatro días comerán carne, y nunca tendrán más que la sopa y el cocido la mañana; igualmente la sopa caliente en la tarde, y el cocido frío, a veces ensalada a que podrán poner un poco de aceite.

En lo que se refiere al vestido: nada de lienzo, camisa de lana, túnica gris bajo el vestido, una cuerda por cinturón, los bolsillos cosidos en ella (túnica), ninguna blusa; no se quitaran primera túnica para dormir. Su cama será una litera, un jergón de paja, una almohada de paja, sábanas de lana, una manta gris. No tendrán muebles, fuera de una mesa, una silla y un reclinatorio que tendrá un pequeño armario en la parte baja, y solo tres cuadros, que escogerán según su devoción.

Orden para la intención de las oraciones. Seguirán en los diferentes tiempos y diferentes fiestas el espíritu de la Iglesia; en seguida podrán adoptar las reglas siguientes. El primer Domingo del mes, estará consagrado a rendir honor y homenaje a la Santísima Trinidad; el segundo, a rezar por las almas del Purgatorio; el tercero, a adorar el Santísimo Sacramento y reparar los ultrajes que recibe en él; el cuarto, a prepararse a la muerte; el quinto, cuando le haya, a dar gracias a Dios por habernos hecho nacer en el seno de la Iglesia.

Para la semana: el Lunes, pedir las luces del Espíritu Santo, pedirle que presente al Padre nuestras oraciones por el alivio de las almas del Purgatorio; el Martes, por la Iglesia; pedir a los Angeles de la Guarda de los que la conservan y de los que la persiguen, a fin de obtener la perseverancia de los primeros y la conversión de los segundos; suplicar a estos Santos Angeles que presenten nuestras oraciones a Dios; el Miércoles, por nuestros parientes, nuestros amigos y nuestros enemigos, nuestros confesores: ese día está bajo la protección de San José; le pediremos que nos alcance el espíritu de oración. El Jueves, suplicaremos a los Santos Angeles, que tienen el honor de rodear al Santísimo Sacramento del Altar, que nos hagan participar al espíritu de respeto, de adoración y de amor de que están penetrados a la vista del Amor de nuestro Dios por hombres ingratos; porque no ha venido a vivir a la tierra por esos espíritus celestes, sino únicamente por nosotros. El Viernes, para honrar los sufrimientos de Jesús, sobre todo la llaga sensible de su divino Corazón, rezar por los que están en pecado mortal; el Sábado, para honrar a la Santísima Virgen y pedirle su protección, rezar por la perseverancia de las vírgenes y por la conversión de las demás.

Estas diferentes intenciones deben hacerse en la oración de la mañana y sin tomar mucho tiempo. En cuanto a las penitencias extraordinarias, ninguna sin permiso del Confesor.

Todos los Primeros Viernes de mes, escogerán una hora de Adoración durante el día La víspera no se acostarán sino a medianoche, para pasar desde las once hasta medianoche, tiempo de la agonía de nuestro Divino Maestro; este día será un día de silencio en la casa, no habrá recreo. Excepto las horas de oficio, se quedará libre, se elegirá otro día de retiro dentro del mes; la gran fiesta será de descanso (chômée).

Cor Jesus, salva nos, perimus. (Corazón de Jesús, sálvanos, que perecemos).

(Total siete horas de sueño, siete horas de oración, ocho horas de trabajo, dos horas para las comidas.)

4. A los Vicarios Capitulares de Poitiers (17 junio 1800)*

Señores:

Conociendo vuestro deseo de la gloria de Dios y vuestra paternal bondad hacía el rebaño que el Señor ha confiado a vuestra solicitud pastoral, nos atrevemos hoy día a suplicaros de tener a bien echar una mirada favorable sobre una pequeña parte de este rebaño y sobre los débiles ensayos que hacemos para inmolarnos al Sagrado Corazón de Jesucristo, a fin de satisfacer tanto como podamos a la justicia divina por los excesos cometidos en estos últimos tiempos, y aplacar los muy justos castigos con que Dios ha querido afligir a Francia.

Nos hemos reunido hace más de seis años, bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesucristo y la protección especial de la Bienaventurada Virgen María, para hacer la adoración perpetua de ese divino Corazón en el Santo Sacramento del altar, y la hemos continuado desde esa época: ella ha sido aprobada en los tiempos de Monseñor el Obispo.

Convencidos que nuestra regularidad debe responder al fin que nos hemos propuesto, después de haber ensayado varios géneros de vida, sometemos hoy día a vuestra aprobación el que seguimos desde hace dos años, y que nos ha parecido el más conveniente para cumplir nuestras resoluciones. Igualmente convencidas que es nuestro deber obtener la aprobación de los superiores que la Providencia se digna darnos, por tratarse de trabajar a su gloria con fruto, vamos a exponeros asegurándoos que es el que deseamos conservar.

Nuestra asociación está bajo el título de Asociación del Sagrado Corazón de Jesu-Cristo y bajo la protección especial de la Bienaventurada Virgen María, su madre.

Su fin principal es la Adoración Perpetua del Sagrado Corazón de Jesucristo realmente presente en el Santo Sacramento del Altar, y la práctica de todas las virtudes que pueden hacernos agradables a Dios.

Persuadidas que en todas las sociedades se necesita un jefe, hemos escogido una superiora.

Nuestras principales prácticas exteriores son sacadas de la Regla de San Benito cuyas más esenciales son las siguientes:

Recitamos todos los días los pequeños oficios del Sagrado Corazón de Jesús y de María. El oficio del breviario diocesano y el de los muertos, solamente los días en que los Maitines del breviario no tienen nueve lecciones, y las octavas de las fiestas principales.

Tenemos por toda alimentación legumbres, leche y fruta cuando estamos con salud.

Nuestro pan está compuesto de avena, cebada y bebemos agua.

Cuando estamos enfermas, hacemos uso de todo lo que pueda restablecer la salud, aún la carne.

Aquellas que no pueden soportar los ayunos toman todas las "dulcificaciones" (adoucissements) que permite la regla de San Benito.

Guardamos silencio habitual, sin embargo, hablamos cada vez que la necesidad lo exige.

Sobre 24 horas tenemos 7 horas enteras de sueño; en verano tomamos una hora en la tarde (après-midi).

Tomamos dos horas aproximadamente, de paseo o de recreación por día, y salimos cuando nuestros asuntos lo requieren.

Vestimos de lana y dormimos sobre una plancha (madera?) con un almohadón de paja.

No estamos obligadas a ninguna penitencia ni a ningún voto.

Tenemos hermanas conversas que viven con nosotros y la experiencia nos ha probado desde hace dos años, que las personas más débiles pueden fácilmente sostener este género de vida, y aún aquellas que no quieren asumirlo, encuentran fácilmente, con nosotros, el medio de llevar una vida regular y de satisfacer su piedad. Ellas no están obligadas a ninguno de los grandes oficios, llevan ropa fina (linge), duermen sobre pallasa y no hacen sino los ayunos de Iglesia.

He aquí, Señores, en sustancia el género de vida que hemos abrazado, que seguimos con alegría y tranquilidad de espíritu y que, lo esperamos, merecerá vuestra aprobación bien persuadidas que, ya que el Sagrado Corazón de Jesucristo ha parecido bendecir nuestros débiles esfuerzos por la protección con que hemos sido tantas veces favorecidas desde nuestro establecimiento, Él continuará sus gracias en el futuro para que respondamos a nuestra vocación, especialmente, Señores, si os dignáis agregar una aprobación tanto tiempo deseada, y que colmará nuestros deseos.

Humildemente a vuestros pies, os lo pedimos, Señores, exponiendo aquí la fórmula de nuestras resoluciones que contienen implícitamente todo el respeto y la sumisión con la cual no dejaremos jamás de ser, Señores, Vuestras muy humildes y muy obedientes servidoras

Henriette Aymer, Superiora

Hélène Delabarre, Maestra de Novicias

Louise Michel

Marie Louise Chevalier

Honoré Clara

Henriette Godet

Fulgence Boeufvier, novicia

Medeleine Lussas

Louise Rochette, vida común

Monique Bezard, novicia

por Annette Batard et Genevieve Pigeau, novicias conversas que declaran no saber firmar, Hellene Delabarre
1   ...   10   11   12   13   14   15   16   17   ...   23

similar:

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconArte gótico: contexto histórico

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconUnidad I el contexto externo 1teorías del comercio internacional

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación icon1. Concepto y contexto histórico. Las cortes europeas, un arte al...

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconUnidad 3 hemorragias de la primera mitad del embarazo

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconEl derecho a la salud de los niños y las niñas en el contexto de...

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconInvestigación de primer nivel del estado de desarrollo de los niños

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconEl Romanticismo puede entenderse como la "primera Vanguardia en la...

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconNavidad. Tiempo de nacimiento. Pensamos en María yendo a ayudar a...

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconAntecedentes que nos permitieron desarrollo y que nos dejan estancados...

Primera Unidad. Contexto histórico del nacimiento y primer desarrollo de nuestra Congregación iconPoliclínica Gipuzkoa abre una Unidad del Pie especializada en el...






© 2015
contactos
m.exam-10.com