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La alternativa actual entre instintivisroo y conductismo no es favorable al

progreso teórico. Ambas posiciones son "monoexplicativas", dependen de

preconcepciones dogmáticas, y se requiere de los investigadores que hagan

encajar los datos dentro de una u otra explicación. Pero ¿estamos realmente

ante la alternativa de aceptar sea la teoría in

stintivista, sea la conductista? ¿Estamos obigados a escoger entre Lorenz y

Skinner? ¿No hay otras opciones? En este libro se afirma que hay otra, y se
estudia cuál es.

Debemos distinguir en el hombre dos.tipos'dejigresion enteramente .

dierates El primero, que comparte con todos los animales, es un impulso

"_ fílogeneticentepramadcparaacar (o huir) cuando están amenazaos intereses vitales. Esta agresin "bea deensiyaesí 1 sericio de laiperyívenciadeLindMiuo y de laespecie, es bioÍógicamenteadapíaíiva y

y

dJLamaza- El otro~tipó,'la agresión "maligna, o sea la . crueldad y

destructiydades_específico de la espece humana y se halla ¡ virtualmente ausente en la mayoría de los mamíferos; no está programada
fílogenéticamente y no es biológicamente adaptativa; no tiene ninguna

finalidad y su satisfacción es placentera. Buena parte de la discusi

ón anterior de este asunto estaba viciada por el hecho de no distinguir

entre estos dos géneros de agresión, cada uno de los cuales tiene diferente origen y diferentes propiedades.

La agresión defensiva es, ciertamente, parte de la naturaleza humana,

aunque no sea un instinto "innato",2 como suele llamársele. En tanto

habla de la agresión de defensa, Lorenz tiene razón al suponer un instinto agresivo (aunque es científicamente indefendible la teoría

acerca de su

2. Últimaente, Lorenz ha modificado el concepto de "innato" reconociendo

la presencia simuitánea del factor aprendizaje. (K. Loren, 1965.)

INTRODUCCIÓN 19 espontaneidad y de su propiedad autorrenovadora). Pero Lorenz va más alá

Mediante cierto número de ingeniosos razonamientos considera toda la

agresión humana, incluso la pasión de matar y torturar, resultado de una

agresión biológicamente dada, transformada de fuerza benéfica en destruc

tora debido a cierto número de factores. Pero son ta

ntos los datos empíricos en contra de su hipótesis que la hacen virtualmente

indefendible. El estudio de los animales muestra que los mamíferos, y en

especial los primates -si bien poseen bastante agresión defensivano son

asesinos ni torturadores. La paleontologa, la antropología y la historia

presentan abundantes pruebas contra la tesis in

stintivistaí] los grupos humanos difieren de modo tan fundamental en el grado

de detructividad que los hechos difícilmente podrín explicarse suponiendo que

la destructividad y la crueldad son innatasf21diversos grados de destructividad pueden tener correlación con otros factores psíquicos y con

diferencias en las estructuras sociales respect

ivas, y]' el grado de destructividad aumenta a medida que aumenta el

desarrollo e la civilización, no lo contrario. Por cierto que el cuadro de la

destructividad innata encaja mucho mejor en la historia que en la pehistoria.

Si el hombre sólo estuviera dotado de la agresión biológicamente adaptativa

que comparte con sus antepasados animales, s

ería un ente relativamente pacífico; si los chimpancés tuvieran psicólogos,

éstos difícilmente considerarían la agresión un problema inquietante que

ameritara escribir

libros en torno suyo.

Pero e! hombre difiere del animal por el hecho de ser el único primate que

mata y tortura a miembros de su propia especie sin razón ninguna, biológica

ni económica, y siente satisfacción al hacerlo. Es esta agresión ; "maligna", biolgicamente no adaptativa y no programada filogenéticamente,

la que constituye el verdadero problema y el pelig

ro para la existencia del hombre como especie, y el fin principal de este

libro es analizar la naturaleza y las condiciones de esta agresión destructiva.

La distinción entre agresión benigna defensiva y agresión maligna destructiva requiere una distinción ulterior, más fundamental, entre

instinto y carácter, o dicho con más precisión, entre los imulsos arraigadoén las neceaesfisiologicas (impulsos.orgánicps) y las pasiones

especicamente humanas arraigadas en sucarácter ("pasiones radicad as en el carácter o ;' , humanas"). La distinción entre instinto y carácter sé estudiará ampliamente~másadelante en el texto. Trataré de

demostrar que el acter es la segunda naturalea o índole segunda (secnde

nature) del hombre, que remplaza a sus instintos, poco desarrollados; y

que las pasiones humanas (como el anhelo de amor, ternura y libertad, así como el placer de destruir, el sadismo, el masoquismo, el

ansia de poder y poseer) son respuestas a

las "necesidades existenciales", radicadas a su vez en las condiciones

mis-

"" ' - -

3. Empleamos aquí provisionalmente la palabra "instinto", aunque esta algo

anticuada Más adelante emplearé en su lugar "pulsiones" o "impulsos

orgánicos".

20 INTRODUCCIÓN

mas de la existencia humana. Para decirlo brevemente, los institos son

soluciones a las necesidades fisiológicas del hombre, y las pasiones

condicionadas por el carácter, soluciones a sus necesidades existenciales, son

específicamente humanas. Estas necesidades existenciales son las mismas para

todos los hombres, pero los hombres difieren en lo

relativ

o a sus

n
ejemplo : el hombre puede ser impulsa do por el amor o por la pasión de destrui ; en uno u otro caso satisfa ce una de sus necesid ades existen ciales: la de "poner por obra" o afectar algo, de "produc ir un efecto" o hacer mella en algo. ELque la pasión dominan te del hombre sea el amor o la destruc tividad . _de.pej ide en gran parte de

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.

Mas cuando queremos saber cuáles son las condiciones de la existencia

humana, nos vemos conducidos a otras cuestiones: ¿cuál es la naturaleza del

hombre? ; ¿en virtud de qué es hombre? Innecesario es decir que el

clima

actual de las ciencias sociales no resulta muy favorable para la discusión

de estos problemas. En general se considera que s

u estudio pertenece a la filosofía y la religión; en el pensamiento

positivista se las trata como especulaciones puramente subjetivas sin

ningún derecho a pretender validez objetiva. Como sería inoportuno anticipar aquí a compleja argumentación que más adelante ofrezco basada en

datos, me conformaré por ahora con unas cuantas observaciones

. En nuestro ntento de definir la esencia del hombre no nos referimos a una

absracción conseguida por medio de especulaciones metafísicas como las de

Heidegger y Sartre. Nos referimos a las condiciones reales de la existencia

coman al hombre qua hombe, de modo que la esencia de cada individuo es

idéntica a la existencia de la especie. Llegamos

a este concepto por el análisis empírico de la estructura anatómica y

neurofisioógica y sus correlaciones psíquicas que caracterizan a especie homo. Hacemos pasar así el principio de explicación humana de!

principio fisiológico de Freud a un principio hisórico wiobiQíoi.cc E

punto de vista desde el cual serán tratados estos problemas aq

uí es sociobiológico. Puesto que la especie Homo sapiens puede definirse en términos anatómicos, neuroiógicos y fsiológicos, debemos

también poderla definir como especie en términos psíquicos. El punto de

vista adoptado aquí para tratar estos problemas puede llamarse existencialista aunque no en el sentido de la filosofía existencialist

a. ~

Esta base teórica nos abre la posibilidad de discutir detalladamente las diversas formas de agresión maligna arraigadas en el carácter, en especial el saismo -pasión dejoder mestricto sobre otro ser. dotado de

sentimien

_ to- yTa necroflUa -pasión de aniquilarTa.vida y atracción hacia todo io muerto, decadente yFinameae mecámc,- El entendimiento de estas estructuras de carácter se facilitaráespero, mediante el análisis

del carácter

INTRODUCCIÓN 21

de cierto número de sádicos y aniquiadores bien conocidos del pasado reciente: Stalin,

Himmler y Hitler,

Habiendo señalado los pasos que seguirá este estudio sería útil indicar,

siquiera brevemente, algunas de las premisas y conclusiones generales que el

lector hallará en los capítulos subsiguientes.-] no nos interesaremos en el

comportamiento separado del hombre que lo tiene; trataremos de las pulsiones

humanas, independientemente de que sean

o no manifiestas en un comportamiento directamente observable; significa

esto, en relación con el fenómeno de la agresión, que estudiaremos el origen

y la intensidad de los impulsos agresivos y no el comportamiento agresivo

independiente de su motivación. 2p Estos impulsos pueden ser conscientes,

pero con mayor frecuencia son inconscientes.i})

La mayor parte de las veces están integrados en una estructura de carácter relativamente estableijEn una formulación más general, este

estudio se basa en la teoría del psicoanálisis. De ahí se deduce que el

método que emplearemos es el método psicoanalítico de descubrir la realidad interna inconsciente mediante a interpretación de los d

atos observables, con frecuencia aparentemente insignificantes. Pero la

palabra "psicoanálisis" no se emplea aquí en relación con la teoría

clásica sino con cierta revisión de ella. Más adelante examinaremos los

aspectos clave de esta revisión; ahora quisiera decir solamente que no

se trata de un psicoanálisis basado en la teoría de la l
ibido, para evitar los conceptos instintivistas que generalmente se

entiende son la verdadera esencia de la teoría de Freud.

Esta identificación de la teoría de Freud con el instintivismo queda empero

grandemente abierta a la duda. Freud fue en realidad el primer psicólogo

moderno que, en contraste con la tendencia dominante, estudió el reino de

las pasiones humanas: amor, odio, ambición, codicia, celos, envidia,

pasiones que anteriormente sólo habían tratado los
dramaturgos y novelistas y que con Freud fueron materia de

estudio de la

exploración científica.4 Esto podría explicar por qué tuvo una acogida

mucho más calurosa y comprensiva entre los artistas que entre los psiquiatras y psicólogos, por lo menos hasta el tiempo en que su método

devino instrumento para satisfacer la creciente demanda de psicoterapia. Los artistas comprendían que era aquel el primer científico

que manejaba su propia materia, el alma" del hombre, en sus manifestaciones

más secretas y sutiles. Eljsu";

(rrealismo 'mostró con suma claridad este impacto de Freud en el pensa- - i i í miento artstico. En contraste con formas de arte más

antiguas, rechazaba la "realidad" por intrascendente y no le interesaba el comportamiento; lo que importaba era la experiencia subjetiva; era lógico que la interpretación

4. Muchas psicologías más antiguas, como las de los escritos
budistas,

los griegos y la medieval y modea hasta Spinoza tatan las pasiones humanas como principal sujeto de estudio mediante un método en que se

combinan la observación atenta (pero sin experimentación) y el pensamiento crítico.

22 INTRODUCCIÓN freudiana de los sueños se convirtiera en una de las influencias más importantes para su

desarrollo.

Freud no podía sino concebir sus descubrimientos con los conceptos y la

terminología de su tiempo. No habiéndose liberado nunca del materialis mo

de sus maestros tenía, y tuvo, que hallar el modo de disfrazar las pasiones humanas, presentándolas como producto de un instinto. Y lo

realizó a maravilla mediante una hazaa (tour de forcé) teóri

ca: ensanchó el concepto de sexualidad (libido) a tal grado que todas las

pasiones humanas (aparte de la propia conservación) podían entenderse como

resultado de un instinto. El amor, el odio, la codicia, la vanidad, la

ambición, la avaricia, los celos, la crueldad, la ternura... todo hubo de

entrar por fuerza en el corsé de hierro de este es

quema y fue tratado teóricamente como sublimaciones o formaciones de reacción

contra las diversas manifestaciones de libido oral, anal y genital.

Pero en el segundo

período de su obra, Freud
quiso librarse de este esquema presentando una nueva teoría, que fue un paso decisivo hacia delante en la comprensión de la destructividad. Reconocía que la vida no está regida.por dos impulsos egoístas, el de la alimentación y el del sexo, sino por dos pasiones -amor y destrucción- que no sirve n a la supervivencia fisiológica del mismo modo que el hambre y la sexualidad. Limitado todavía empero por sus premisas teóricas los denominó "instinto de vida" e "instinto de muerte" y con ello dio a la destructividad humana la categoría de una de las dos pasiones fundamentales del

hombre.

Este estudio libera pasiones como los afanes de amar, de ser libre, así como el impulso de destruir, de torturar, de mandar y someter de su maridaje forzoso con los instintos. Son éstos una categoría puramente natural, mientras que las pasiones arraigadas en el carácter son una categoría sociobiológica e histórica. Aunque no sirvan directam

ente para la supervivencia física, son tan fuertes como los instintos, y a veces más. Forman la base del interés del hombre por
la vida, de su entusiasmo, su apasionamiento; son la materia de que están hechos no sólo sus sueños sino además el arte, la religión, el mito, el teatro ... todo cuanto hace la vida

- digna de vivirse. E hombre no puede vivir como un mero pbjefo, como / dados arrojados de urcübÍléte; sufre gravemente cuando se veducido al nivel de una máquina de aimentar o engendrar, aunque tenga todas las 1 seguridades que quiera. El hombre ansia lo dramático y emocionante; y . cuando no puede hallar satisfacción en un nivel superior, crea para sí el ( drama de la destrucción. El clima mental contemporáneo alienta el axioma de que un motivo puede ser intenso solamente si sirve a una necesidad orgánica -es decir:
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