Fisiopatología de la hipertensión arterial






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FISIOPATOLOGÍA DE LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL

EN EL ESTRÉS

El ritmo circadiano
El 40% de la energía solar que llega a la Tierra lo hace en forma de ondas cabalgadas por un fotón, que son capaces de atravesar cuerpos transparentes y translúcidos. Como estas ondas tienen capacidad de estimulación de la retina y son perceptibles por la vista, se les llama ondas de luz visible o luz visible. El ritmo luz-sombra, representado en el ciclo natural de veinticuatro horas, del día y la noche, es marcado por la ausencia o presencia de la luz solar. Experimentalmente en animales, plantas y seres humanos, se ha demostrado la influencia del ciclo luz, el que interviene en el heliotropismo vegetal, en el estado de vigilia y en determinados ciclos orgánicos del hombre y animales. En el hombre, además de las influencias no apreciadas por los sentidos, como son los cambios neuroendocrinos y metabólicos, está el ciclo actividad-reposo, el cual manifiesta la necesidad de la presencia de la luz. El ciclo natural luz-sombra, representado por la sucesión día-noche, en casi toda la escala natural biológica implica que la luz o día es el momento de la actividad, mientras que la sombra o noche exige el reposo.
La luz procedente del sol llega a la Tierra en períodos regulares de 24 hs. (período circadiano), determinado por la rotación terrestre y dan origen al día y la noche, y también en períodos de doce meses o anuales, determinado por el movimiento de traslación circunsolar o circumsolar del planeta, alrededor del Sol. Esto da origen a las cuatro estaciones (verano, otoño, invierno y primavera). De este modo, las variaciones lumínicas circadianas o estacionales, determinan en los seres vivientes la noción de tiempo cronológico donde el día y la noche (sucesiones nictemerales) junto con las secuencias estacionales determinan el paso de ese tiempo. Mientras las sucesiones nictemerales (diferencia día/noche) influyen en los animales (los que se activarán por la oscuridad o animales nocturnos y los que se activan por la luz o animales diurnos); las sucesiones estacionales actúan sobre los vegetales, los que tendrán ciclos de desarrollo (germinación, floración, frutación y semillación).
Luego la alternancia luz-oscuridad produce cambios en los seres vivos o trastornos cronobiológicos. Las modificaciones ambientales producidas por los movimientos cíclicos del cosmos, generan cambios rítmicos de luz, temperatura, humedad y variaciones del campo electromagnético terrestre y este ciclismo sincroniza la actividad biológica mediante ritmos circadianos, mensuales, anuales y plurianuales (especialmente los cambios estacionales). Todos estos fenómenos han sido estudiados por la Cronobiología, ciencia que se dedica exclusivamente a sistematizar los fenómenos vitales que produce el ciclo luz/oscuridad en el hombre.
Desde esta perspectiva, el tiempo aparece como una variable polisémica, puesto que habría un tiempo físico y un tiempo existencial. El tiempo existencial, es el tiempo propio del hombre, que no depende del almanaque ni del reloj (de los cuales depende el tiempo físico). El tiempo existencial es el tiempo que ante un mismo fenómeno existencial para algunos “pasa rápido” y para otros “no pasa nunca”. Pero hay también un tiempo interior que está relacionado con su biología (tiempo biológico) y por esto aparece como una nueva forma de estudio: la cronobiología o “tiempo de la vida”. Ese tiempo vital, orgánicamente, está marcado por el ritmo circadiano, el que en realidad es un conjunto de ritmos que durante las veinticuatro horas del día rigen el sueño, el metabolismo y todas las funciones fisiológicas y que analizaremos como los relojes biológicos.
De este modo, la regulación del ritmo sueño-vigilia queda a merced de una especie de marcapasos interno denominado “reloj biológico”. La existencia de dicho reloj biológico se demuestra en situaciones de aislamiento. En ausencia de señales temporales ambientales (ruido de voces, radio o TV, otros aparatos), el ritmo sueño-vigilia aún persiste, con una distribución de, aproximadamente, 2/3 del día para vigilia y un 1/3 para sueño. Pero, existe una gran diferencia en este ritmo en aislamiento, pues ya no es de 24 horas sino que pasa a ser de 25 horas. Por eso, se le llama biorritmo o ritmo circadiano (circa = alrededor; diano = del día) y que se le ubica en un lapso de 25 hs. en condiciones naturales ambientales, en ausencia del ruido y otras variables.
Pero que por razones de medición del tiempo físico, en el ambiente artificial cotidiano modificado por ruido ambiental y el uso del aparato que mide el tiempo o máquina reloj, el ritmo se considera convencionalmente de 24 horas, lo que produce un desfasaje. El reloj biológico del ritmo sueño-vigilia está regulado por un centro del S.N.C. que ubica en los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo. Ese ciclo de sueño-vigilia no está diseñado para adaptarse con rapidez a los cambios bruscos de horarios y, aún así, a pesar de un entrenamiento específico, siempre que se altera el ritmo natural, queda alguna secuela.
Como todo ser vivo el hombre, influido por estos ciclos, se adapta a los mismos porque su cuerpo tiene estructuras endógenas que actúan como osciladores que regulan las diferentes funciones orgánicas (temperatura, actividad, reposo, tensión arterial, flujos hormonales y de neurotransmisores, etc.), constituyendo verdaderos “relojes biológicos”1 que regulan los biorritmos. Luego, el hombre tiende, por regla general como la mayoría de los seres vivientes, a una actividad con luz, y al reposo con la oscuridad. Cuando introduce cambios artificiales en los ciclos circadianos y estacionales, sobre todo cambios bruscos, los relojes biológicos se “desincronizan” y aparecen los trastornos cronobiológicos.
La Cronobiología es una ciencia auxiliar de la Medicina que estudia los procesos rítmicos que presentan una periodicidad diaria (ritmo circadiano) y que regula las funciones corporales en general, pero especialmente estudia la actividad psíquica, cardíaca, estudios de vigilia y sueño, sentido del transcurso del tiempo (distinción entre día y noche), la presión arterial, la temperatura corporal y el metabolismo.

En síntesis: todo esto configura el biorritmo (ritmo biológico) que se ajusta a un reloj o cronómetro interior (“relojes internos”) para regular los ritmos circadianos (ritmo propio o “tempo” de cada función que en el conjunto trabaja coordinada y coherentemente para mantener la armonía o equilibrio funcional orgánico conocido como homeostasis). Estos “relojes internos” marcan la sucesión temporal durante las 24 horas del día y constituyen una especie de “sentido del tiempo” que indica la vigilia diurna, el reposo nocturno y regulan el despertar, los estados de vigilia y otros procesos unidos al tiempo biológico.
El cuerpo humano está sometido a una serie de cambios cíclicos que se verifican a lo largo de las 24 horas del día. El ritmo circadiano, el que está referido a la forma en como se suceden esos cambios cíclicos en las 24 horas. Las modificaciones cíclicas son las que se realizan para mantener el equilibrio instable de las funciones orgánicas. Se denomina equilibrio instable (inestable) porque los fenómenos biológicos no son exactos sino que están sometidos a variaciones de acuerdo a las circunstancias (parámetros) en que se verifiquen y aún, en las mismas circunstancias, hay reacciones diferentes. Además, no hay una estabilidad total. El esfuerzo del organismo para mantenerse dentro de una estabilidad relativa en forma normal es la homeostasis.2
Los ritmos o relojes internos, además de controlar los patrones de sueño y vigilia y coordinar la producción de hormonas, también regulan el apetito, el estado de ánimo, la temperatura corporal y el nivel de energía. Estos patrones son controlados en cada ciclo, en forma mancomunada, por la pineal y el hipotálamo. Los diferentes ciclos del ritmo circadiano son mediados por secreciones de hormonas y neurotransmisores, sustancias que actúan sobre el sistema nervioso y regulan las funciones de los diferentes órganos y funciones.

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